Isla Cristina exporta sal cardiosaludable y de sabores a Europa

La salina Biomaris, que funciona hace más de 50 años en la localidad, ha conseguido sacar adelante una partida de sal con sabor a curry, pimienta rosa, barbacoa o cebolla, con un producto añadido denominado "Flor de sal", que no esta contraindicado para personas con problemas de salud como hipertens

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La primera producción de sal cardiosaludable o con aromas a pimienta o cebolla ya se exporta a distintos mercados europeos, como Alemania e Italia, un producto que se elabora artesanalmente en Isla Cristina, y que supone una innovación en lo referente a la sal convencional.

Así lo ha explicado la empresaria Manuela Gómez, gerente de Biomaris, una empresa salinera que funciona hace más de 50 años en la localidad, pero que ahora ha buscado una innovación "para entrar en un mercado nuevo, donde el producto de siempre no tiene salida".

De esta forma, la salina, que funciona con el mismo método tradicional de hace décadas, ha conseguido sacar adelante una partida de sal con sabor a curry, pimienta rosa, barbacoa o cebolla, con un producto añadido denominado "Flor de sal", que no esta contraindicado para personas con problemas de salud como hipertensión.

Esta flor de sal, recuerda Manuela Gómez, "se recoge manualmente y no pasa por ningún proceso industrial", y se mantiene en sacas durante un año dejando que el sol y el viento la seque para dar un producto puro, hasta el punto de que esta productora intenta "que la administración llegue a distinguir entre este producto y la sal industrial, y así se diferencia en las estanterías de las tiendas de cara al consumidor final".

"Al principio nos costó mucho trabajo meterla en el mercado, pero cuando la conocieron y vieron la calidad tuvo la aceptación que esperábamos, lo que nos confirma que, aparte del producto tradicional, hay que ofrecer algo con garantía y de calidad", además de tener en cuenta, según señala, que "Alemania es un mercado bastante interesado en la sal artesana hecha con productos naturales".

No obstante, Manuela Gómez ha lamentado que a pesar de que trabajan mucho, porque las salinas tienen un trabajo muy grande, no tienen "ayudas en la financiación, y un negocio como este siempre es un misterio", hasta el punto de que les denegaron préstamos para pequeñas empresas en el inicio de la actividad, pero ahora, lo que los beneficios se invierten al año siguiente.

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