El ojo de la aguja

El Tempranillo

Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai
Con la que está cayendo, y eso que no llueve, uno sale a la calle, y no sabe hacia donde mirar: los mendigos y marginados que avanzan en su cátedra de pedigüeños, ya han salido de solo extender la mano, ahora, se presentan con juegos de malabares, con culturas musicales de otras nacionalidades, en esto sí que hemos avanzado bastante, se ha salido del mendigo que sacaba brillo a las esquinas.


Mira uno para otro lado, y te encuentras a Diego Valderas, conversando con Pablo Rada, de los últimos cuatro años de crisis, y miramos y miramos, y nos quedamos sin entender nada de lo que está cayendo, aunque no llueva. Lo que sí es muy cierto es que, la credibilidad anda por los suelos, hoy vemos nuestra sombra que nos sigue impertérrita y no la creemos, andanadas convulsivas en las distintas cadenas de televisión de políticos, banqueros, corruptos, y aquí es donde pretendemos llegar. Somos el país con la picaresca más espabilada del mundo, cogidos de la mano de Italia. Y hablando de manos, los hay que meten hasta el codo. Corruptela por todas partes, presuntas corruptelas, esas que no vemos, las soterradas, las que no salen a relucir y le dan fluidez y salida al dinero hacia los paraísos fiscales. Conocemos las que nos han presentado como escaparate “para estar distraídos”, y mientras los eslabones de estas mafias siguen operando a espaldas de todo tipo de seguimiento. La verdad es que si retrocedemos en el tiempo buscamos un cierto paralelismo con los tiempos actuales, no nos extrañaría que algún día llevara a los altares a los bandoleros de la sierra cordobesa, José María el Tempranillo y también a su compañero de terna, Diego Corrientes. No nos sorprendería en absoluto, porque, con la que está cayendo en este país, desbordad por todo, a estos personajes legendarios los están haciendo santos. Sin ir más lejos, no olvidemos que al Papa Clemente, el del Palmar de Troya hizo santo a Francisco Franco, ahí queda la cosa. En definitiva, deberíamos todos poner la servilleta, más que limpia, sobre la mesa, aunque solo sea para poder comernos unas sardinas en barrica, porque de seguir así, con tanta economía ficticia, como un cierto día me dijo el maestro Odón Betanzos Palacios, “Occidente está cavando su propia tumba, los pilares de su economía están apoyados sobre arenas movedizas”. Sí y todo, seguimos anestesiados, deshumanizados, ajenos a todo tipo de valores, mirando siempre la zancadilla para subir hacia arriba, despotricando y clavando el aguijón. Lo dicho, seguro que el Tempranillo, con la que está cayendo, alguna vez tendrá su merecido reconocimiento.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN