Varios centenares de escolares de diferentes colegios isleños acompañados por el personal docente, sus padres y familiares recorrieron como si de una Gran Cabalgata se tratase toda la calle Real desde la plaza de la Iglesia hasta la plaza de Alameda. Una amplísima caravana de color que hacía que la vista se perdiese en el horizonte para adivinar el número de participantes en una cita que se ha consolidado con el paso de los años.
Los papelillos, los globos, los sones de la caja y el bombo hicieron el resto para que durante media hora la arteria principal de la ciudad se convirtiese en un mini-sambódromo.
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