IU parte del convencimiento de que posiblemente uno de los más graves problemas que atraviesa Jerez sea el de las deficientes estructuras productivas que conforman su economía y, funda-mentalmente, el grave desequilibrio entre los sectores que la integran: un sector agrario en grave crisis –que ha sido su base económica durante décadas - , una escasísima industrialización – a la que se une la decadencia del sector bodeguero, y que en su conjunto no representa más del 6 % de la actividad total- y la notable participación del sector servicios – lo que no quiere decir que éstos sean avanzados y constituyan una base sólida para su desarrollo, antes al contrario participan de los problemas generales de nuestra economía -.
Y esta situación de crisis no es el resultado sólo de la actual crisis financiera general – que la agrava- sino que viene gestándose con mucha anterioridad, sin que ninguno de los gobiernos locales le haya hecho frente de forma decidida.
El PLan de desarrollo rural
Una respuesta a esta grave situación pasaría – además de otras importantes intervenciones que IU propone en el documento ‘Contra la crisis, crear empleo’ donde se propugna “un cambio de modelo agrario que asegure la autonomía alimentaria y la viabilidad de las empresas familiares agrarias y las cooperativas”, por la aplicación de un programa de Desarrollo Rural Integrado que consiste esencialmente “en potenciar esquemas de desarrollo en el ámbito rural que tiene como objetivo la mejorar el nivel de vida del a población del área implicada y no el crecimiento indiscriminado de un país. Para ello se estimula el establecimiento de esquemas de actividad económica de base territorial, descentralizadas y con un fuerte componente de decisión local, que movilice la población en la prosecución de su bienestar mediante la máxima utilización de sus recursos propios, humanos y materiales.
Se considera este método más adecuado para lograr el objetivo propuesto que la utilización de la tecnología y recursos que provienen del exterior, para los que se propugna una fuerte adaptación a las situaciones y necesidades locales. Se postula una integración de las facetas materiales, sociales y personales de la comunidad local, que estimule una mayor participación social y la consecución de la dignidad de sus habitantes, así como la articulación de estas comunidades con la sociedad ge-neral de una manera más armónica y equitativa”.
Una de las características del programa descrito es la participación social: la coordinación fructífera entre la administración local y la población rural difícilmente tendrá lugar si las necesidades de la población no se articulan desde abajo. Ello es tanto más alcanzable si, por un lado, los objetivos y metas son percibidos a los niveles de planteamiento más básicos, los núcleos rurales y, por otro, se asegura la participación de las organizaciones locales en la planificación y su ejecución.
Otra de las características del plan es la utilización al máximo de los recursos propios, materiales y humanos, es decir, los recursos endógenos, frente a la moderna agricultura industrial, despilfarradora de aquellos e impulsora de medios externos y caros.
Entre los recursos propios, entre otros, se trataría de la mejor utilización del clima, suelo y agua para las producciones de los cultivos de la zona regable del Guadalcacín.
Las actuaciones pertinentes serían de dos tipos: por un lado la mejora de la redistribución del agua mediante el proyecto de modernización del regadío, en ejecución, y de su sistema de aplicación en parcela, con mayor eficiencia. Por otro lado, mediante una nueva ordenación de cultivos, de mayor intensidad productiva, que permitan su obtención en épocas fuera de temporada -productos extratempranos o extratardíos- con mejores cotizaciones en el mercado, gracias a la benignidad climática (práctica ausencia del período de heladas), es decir, mediante la introducción de cultivos hortofrutícolas, u otros, apropiados.
Las repercusiones que, en la creación de riqueza y empleo tendrían estas actuaciones, pueden ser extraordinarias: el cultivo de hortalizas en Jerez -datos del año 1996- que representaban algo más del 2 % de la superficie cultivada, fue capaz de atribuirse el 15% del valor de la producción global, y generar el 42 % de los empleos.
Cabe indicar que una transformación de esta naturaleza no se improvisa: implica factores eco-nómicos, comerciales, asociativos, formativos, etc que habría que atender e incluir en las actuaciones específicas del plan. En cualquier caso ahí está su potencialidad y sus posibilidades de creación de renta y empleo.
tipo de actividad
En cuanto al tipo de actividad, la localización es un factor fundamental en la dirección del desarrollo, y la tendencia general de los países desarrollados conlleva la disminución de la importancia de la actividad agraria en el conjunto de sus economías.
Con estas coordenadas la consecución del desarrollo en zonas rurales deprimidas se ha basado en dos ejes de actuación: la industrialización difusa, y la propia actividad agraria -de la cual no se puede prescindir-. Sin embargo el hecho de que la tendencia de la actividad agraria sea la descrita, no quita el que áreas geográficas con condiciones muy favorables para su desenvolvimiento y, sobre todo, la existencia y predisposición de emprendedores activos agrarios, pueda convertirse en un eje claro dinamizador del desarrollo rural.
Este puede ser el caso de los regadíos del medio rural de Jerez, como se ha visto en el párrafo anterior.
El establecimiento de un eje agrario de desarrollo, como el descrito anteriormente, puede y debe implicar, a su vez, la industrialización de los productos agrarios, y la necesaria aparición de empresas auxiliares, complementarias o de servicios que aquélla pueda precisar, y que contribuirían muy eficazmente al desarrollo de este medio. Ello no quita el favorecer la industrialización difusa en otras áreas de actividad, que habría que impulsar.
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