Para Mali, no sólo su clasificación, también su redención después de los despropósitos que protagonizó en las dos primeras jornadas, pasaba exclusivamente por la victoria; todo lo que no fuesen tres puntos equivalía a hacer las maletas y garantizaba un aluvión de feroces críticas a su regreso.
Pero el pase de Mali no se dirimía únicamente en Cabinda, sino que dependía de lo que sucediese en Luanda, donde se medían Angola y Argelia, dos equipos que se clasificaban con un empate.
Sanudi, el portero de Malaui, debió querer hacerle más llevadera la penitencia a Mali, sólo así se entiende que a los 30 segundos del saque inicial, tras un cesión sencilla y con todas las facilidades del mundo, despejase como un colegial para poner un balón franco a los pies de Kanouté.
El sevillista, que de hacer goles sabe lo suyo, aprovechó el regalo, claro, y marcó desde fuera del área a puerta vacía para encoger las opciones de Malaui de pasar a cuartos, que no eran pocas antes del pitido inicial, pues le valía con los tres puntos.
Dos minutos después, el barcelonista Keita se encargó de reducirlas a la mínima expresión con un zapatazo desde 34 metros salido de una falta directa que se coló como un obús, a 115 kilómetros por hora, por la escuadra derecha de Sanudi.
Mali hacía los deberes en Cabinda, había puesto a Malaui en un santiamén exactamente donde quería, por lo que ahora las miradas estaban puestas en Luanda, donde Angola y Argelia daban la impresión de estar dirimiendo una pachanga dominguera de solteros contra casados.
Fue un pacto de no agresión que duró poco y al cuarto de hora comenzaron a llover balones en ambas áreas, al fin y al cabo no se trataba sólo de obtener la clasificación, el primero de grupo evitaba el cruce con Costa de Marfil, asunto serio.
Pitó el árbitro en Luanda y angoleños y argelinos, primeros y segundos de grupo, tomaron el túnel de vestuarios satisfechos tras 90 minutos reglamentarios, sin ningún adjetivo más.
Pitó también el árbitro en Cabinda, donde Mali despertó tarde, para satisfacción de un puñado de técnicos europeos que recuperan a sus jugadores.
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