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El roscón de Reyes

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LOS pasos que daba, intentaba que aparentasen la misma seguridad de siempre, pero el corazón le latía acelerado y medio loco, preso, como ella misma ,por la emoción del encuentro.

Él tampoco conseguía contener ni su emoción , ni su contento, dibujados en su sonrisa de domingo y en las veces que se atusaba el cabello ralo.
-Nos vemos frente a la tahona-le había dicho, en la voz suave que él usaba cuando la llamaba a media mañana, para que nadie lo oyese, ni sospechase nada, en el trabajo.
-¿Adónde vas ,mamá?-le había preguntado el mediano de sus hijos, al verla salir, muy arreglada, para ser tan temprano y no ir al medico , ni de visita
-A por el roscón de Reyes , a la Tahona -indicó precisa- que la chica de la panadería me ha dicho que si no voy hoy, después se acaban rápidamente
-¡BBBien, mamá va por el roscón de reyes!-escuchó como gritaba ,yéndose hacia el cuarto de juegos, donde le esperaban los demás
-¡Dile a tu hermano que os cuide bien y que no abra la puerta a nadie!-se atrevió a ordenar, a voz en grito, que si no ni la oían ,tal era el estruendo que salía del resquicio , por el que se entreabría de la puerta
No le quedaba la más mínima duda de que el mayor de sus hijos, ya con un pie en bachillerato , se haría cargo del "fuerte" hasta que ella regresara.
Mientras se recogía la mata de cabello negro ,mirándose furtivamente en el espejo de la entradita, pudo darse cuenta de cómo el tiempo había pasado sobre ella, reflejado en las puntas platas que se rebelaban intrépidas, contra el tinte en que las bañaba
Compró el rosco, con prontitud y eficiencia, como hacía cada cosa de su vida y lo esperó con tanta impaciencia , en la esquina en la que siempre quedaban , que pensó que todo el mundo se percataba de que tenía una cita secreta. Casi sentía estallar las sienes y ya estaba dispuesta a irse a la seguridad de su casa, cuando lo vio aparecer, conduciendo su coche familiar ,con su sonrisa festiva
-¿Has esperado mucho?-le preguntó, tan nervioso como ella misma
Negó ella , con el mentón firme , subiéndose al coche rápida
-¿Y eso que es?-volvió a preguntar él-viendo el envoltorio
-Un roscón de reyes, para los niños-respondió , sintiéndose de repente vieja y cansada, como una niña cogida en falta ,añadiendo con pesar-para disimular ,mas que nada Habían llegado a un sitio apartado y tranquilo, justo donde la playa se encuentra con el cielo y solo los viejos perros pasean a los ancianos dueños. Sintió -de repente-como la estrechaban sus brazos, como su boca buscaba la suya y como se perdía el tiempo y el espacio , en ese coche familiar aparcado en ninguna parte. Al rato , el vaho acusador de la pasión desbordada, dio paso a las risas y las confidencias ,y como por arte de magia ,sin saber cómo el roscón salió de su caja y vio la luz , saboreándolo los amantes , con la misma fruición y placidez que los abrazos prohibidos.
No se acordará ella del rosco fugitivo, sino de los besos que aún palpitan en sus sienes y de los abrazos y de los secretos a la luz de las escondidas, cuando se baje del coche.
Por eso hasta llegada a la casa, con el corazón lleno, pero las manos vacías, no se dará cuenta que le falta el objeto de su salida, la excusa prefecta para un rato de amor furtivo, justo cuando los niños exclamen, casi como una coral perfectamente entrenada -¡¡¡mamá!!!...¿ y el roscón de reyes?
Y en ese momento de protestas y chillidos, en que ella se arrepiente de los besos y de la aventura de unos pocos minutos robada a la monotonía, se abrirá la puerta de la casa, entrando el padre, que trae un roscón de reyes, entre sus cálidas manos y que sonreirá a la madre , intercambiando una mirada cómplice que nos habla de besos ladrones de alma y de secretos abrazos ,en un coche familiar ,aparcado en ninguna parte.

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