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Los Nobel piden una aplicación responsable de la ciencia

El uso responsable de los avances y descubrimientos científicos fue el mensaje que los Nobel transmitieron a los académicos durante la ceremonia de entrega celebrada ayer en Estocolmo.

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El uso responsable de los avances y descubrimientos científicos fue el mensaje que los Nobel transmitieron a los académicos durante la ceremonia de entrega celebrada ayer en Estocolmo.

“Mientras las nuevas tecnologías crean nuevas posibilidades, todos sabemos que el progreso tecnológico por sí mismo no garantiza un incremento de la prosperidad”, aseguró el miembro de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, Tore Ellingsen.

“La invención de la dinamita –por parte del propio Alfred Nobel– facilitó la minería y la construcción, pero también permitió una maquinaria de guerra más devastadora”.

Ellingsen entregó, no en vano, un premio Nobel de Economía en plena crisis financiera internacional, que fue recogido, por primera vez desde su creación en 1969, por una mujer: la estadounidense Elinor Ostrom, junto a su compatriota Oliver E. Williamson, por sus estudios sobre el gobierno económico.

A pesar del hito histórico conseguido en Economía, la escritora rumano-germana Herta Müller, otra de las cinco mujeres premiadas ayer, fue la indudable protagonista de la gala.

Única premiada en solitario en Estocolmo, fue presentada por el miembro de la Academia Sueca, Anders Olsson, como una mujer a la cual “la experiencia de la opresión le ha privado de la paz”. “Su trabajo está anclado en sus propias experiencias. Ella ha dicho que sus temas la eligen a ella y no al revés”, en referencia a la profunda huella que el dictador rumano Nicolai Ceaucescu ha dejado en libros como En tierras bajas.

Los aplausos para Müller, que vive en Berlín desde 1987, fueron un poco más fuertes de lo habitual y sobrepasaron sutilmente lo convenido.

El primer premio entregado, no obstante, había sido el de Física, para los estadounidenses Charles K. Kao –nacido en Shanghai–, por la invención de la fibra óptica que rige ahora las telecomunicaciones, y Willard S. Boyle y George E. Smith, por la invención del sensor CCD, que ha revolucionado el tratado digital de la imagen.

La israelí Ada E. Yonath, el estadounidense de origen indio Venkatraman Ramakrishnan y su compatriota Thomas E. Steiz, Nobel de Química 2009, fueron los siguientes galardonados por conseguir el mapa atómico tridimensional del ribosoma.

Finalmente, los tres médicos estadounidenses Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostack, recogieron el de Medicina por haber conseguido estudiar el funcionamiento de los telómeros y la enzima telomerasa, piezas clave en el proceso de degradación celular.

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