El pobrecito hablador

La cosa está muy mal

cuando lo más importante es el negocio y la economía, y no el libro y la educación, tendremos poblaciones malinformadas, maleables y fácilmente manejables

Publicado: 28/04/2020 ·
10:31
· Actualizado: 28/04/2020 · 10:33
  • Control Policial. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

VISITAR BLOG

Hay un dato que hace que la democracia sea mejor que cualquiera de las otras maneras de gobernar un país, y no es otro que el poder está en manos del pueblo. Somos nosotros los que decidimos quiénes han de ser los responsables, por un tiempo delimitado, de llevar las riendas del gobierno.

Pero claro, eso tiene un evidente defecto, y es que puede llevar a resultados, como mínimo, aberrantes. Un ejemplo claro de ello y repetido hasta la saciedad por los nostálgicos del brazo en alto, es que Hitler llegó al poder después de ganar unas elecciones. Luego pasó lo que pasó, ya lo sabemos todos.

Podemos observar, con los ojos como dos platos soperos, como un personaje como Trump puede llegar a la Presidencia de la, hasta ahora, primera potencia mundial. Un tipo que sonroja a sus consejeros, que miente prácticamente sin abrir la boca, que sugiere inyectarse en vena desinfectante para combatir el covid-19. La consecuencia: una avalancha de llamadas a emergencias por personas afectadas por envenenamiento tras inyectarse un chute de Los Tres Sietes, versión USA.

En Brasil, gobierna un tipo como Bolsonaro, aupado al poder usando noticias falsas (de qué me sonará esto), que se presenta en público tosiendo como si tragara cristal molido, alienta las protestas contra el confinamiento y que tiene en su gobierno a un ministro que afirma que el coronavirus se usa para implantar el comunismo.

Nuestros vecinos italianos padecen a Salvini, un señor que hace gala de su xenofobia a la menor oportunidad posible, un antieuropeista de manual, que pidió que se abrieran las iglesias en Semana Santa, yendo incluso en contra de la opinión de los obispos italianos.

Nosotros no nos salvamos. Hemos visto a una presidenta de una comunidad persignarse y llevarse la mano a la boca, como si hacer el signo de la cruz fuera lo suficientemente potente como para desinfectar su entorno. O a políticos pasearse en grandes aglomeraciones, saludando y repartiendo abrazos y toses por igual.

Son solo unos pocos ejemplos. Hay más. ¿Y esto implica que la democracia es un sistema fallido? No, desde luego que no. Implica que, cuando lo más importante es el negocio y la economía, y no el libro y la educación, tendremos poblaciones malinformadas, maleables y fácilmente manejables.

Quizás por eso buscamos vida inteligente fuera de este planeta. Aquí, está la cosa muy mal.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN