Que ni la Junta, dueña del monumento, ni La Caixa, su concesionaria, hayan presentado ante la Comisión de Patrimonio el nuevo proyecto de restauración de las Atarazanas para su conversión en un centro cultural vinculado a la Carrera de Indias y a la circunnavegación, sino el arquitecto Vázquez Consuegra, en dos plazos y de forma fragmentaria, es cuanto menos una anomalía que denotaría el intento de las dos instituciones de desmarcarse de lo que pudiera ocurrir.
Y lo que ha ocurrido ha sido la coincidencia en lo esencial, a la que han llegado cada una por su lado, entre la Comisión de Patrimonio y Adepa en el rechazo a cuestiones básicas del documento por desviarse del acuerdo extrajudicial firmado por la Junta y los conservacionistas. El proyecto incurre también en inconcreciones, como no especificar cómo quedará el color del suelo, que condicionará la visión interior, y ni siquiera ha sido registrado ante las instancias pertinentes. La exigencia de que se realicen importantes correcciones demuestra que se ha presentado un proyecto incompleto y con demasiadas reminiscencias del que quedó suspendido tras el fallo judicial, inadmisible tanto para la Comisión como para Adepa. Han primado más las urgencias políticas que los criterios patrimoniales. Confiemos en que se superen estos escollos para que la anhelada restauración de las Atarazanas no naufrague de nuevo.
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