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Goliat golpea a David

A cada cerdo le llega su San Martín, dice el refranero español. A buen entendedor, dice también, pocas palabras bastan

Publicado: 29/03/2019 ·
10:14
· Actualizado: 29/03/2019 · 10:15
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Autor

José Antonio Vázquez

Periodista, analista político y especialista en comunicación institucional y corporativa. Secretario de la Asociación de la Prensa de Jerez

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Indivisa busca analizar la actualidad, fundamentalmente de El Puerto, desde la experiencia

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Seré torpe e ingenuo, pero no un defraudador”. Pues mire señor De la Encina, una ciudad como El Puerto no merece un alcalde que sea torpe ni ingenuo. Pero voy a más, lo que no merece es un alcalde que crea que los ingenuos (por no decir tontos) son sus vecinos. A estas alturas de la película, David de la Encina ya no puede seguir cubierto con la piel de cordero con la que siempre ha querido presentarse desde que hacía sus pinitos como escudero de Ignacio García de Quirós.

Una piel de cordero (transparente para los muchísimos que llevamos años viendo el lobo que en realidad esconde) con la que ahora quiere sacudirse, sin más, de un escándalo que si no hoy, será mañana, tiene que acabar con su carrera política. Y encima, por añadir desfachateces, busca un papel de víctima; dice que no podía llegar a pensar que hubiera gente tan mala en este mundo. Ay si se hubiera mirado al espejo un poco antes.

Malo no es el policía que descubre al culpable sino el que comete el delito. Y no sé si es peor que un cargo de la administración pida no ir a trabajar porque es candidato en unas elecciones con varios meses de antelación o que lo deje por escrito. Ninguno de los dos supuestos me valen para aceptar a una persona al frente de un Ayuntamiento.

Sí, David de la Encina debería asumir sus responsabilidades no por su error, sino por su chulería. La extensa lista de personas vinculadas al PSOE que se han servido de la Junta para intereses personales o del propio partido no resta importancia a este asunto. Porque además pone de manifiesto cómo entienden socialistas como David de la Encina el trabajo en la administración.

Y si me apuran, es aún peor siendo su cometido atraer inversiones, empresas, empleo y riqueza a la ciudad y la provincia. En la bahía con más paro de España, De la Encina quiso colgar el cartel de “cerrado por elecciones” para dedicarse a su ambición personal pero eso sí, cobrando. Una ambición personal para lo que no ha tenido escrúpulos estos años en derribar a diestra y siniestra. Y las excusas de que, al final, no hizo lo pretendido no sirven. Porque es en la mera intención donde radica la culpa.

Y desconozco si había o no registro de entrada o salida de los trabajadores, pero a De la Encina lo delata la extensa hemeroteca que se encargó de inflar a base de insultos, descalificaciones, sobreactuaciones, mentiras y tal carga de demagogia que ahora no puede disimular por mucho que algunos medios de comunicación amigos estén intentando hacerle de pantalla. A cada cerdo le llega su San Martín, dice el refranero español. A buen entendedor, dice también, pocas palabras bastan.

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