Eutopía

Tú-Yo, el mejor título

Vivir, asentándonos en el error de ‘parecer’ o ‘aparentar’ es una magnánima memez, pero es una señal de identidad que cada segundo capta más adeptas/os

Publicado: 17/09/2018 ·
12:25
· Actualizado: 17/09/2018 · 12:25
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Desde la mañana hasta la noche solo escuchamos, leemos o decimos, palabras como ‘crisis’ o ‘cambio’. El desafío no es atajarlo desde la superficialidad, sino desde la conciencia más profunda. Transformar es barrer aquello que aunque funcione (porque está ya normalizado), significa descomponer progresivamente la Ética. Tenemos claro, porque lo vivenciamos en nuestros entornos más próximos, que la corrupción es una práctica invasiva. En el ‘todo vale’, quienes pueden, emborrachan sus egos con condecoraciones y esfuerzos ajenos. También hay quienes parecen tener la capacidad innata de venderse y convertirse en la enésima réplica de los ‘seres-sombras’. Lo habitual es que la supervivencia ante lo ‘normal’ tenga una resistencia tan a prueba de fuego. El estatus necesita de masas sociales que se adormilen con la apatía. Que se acomoden y alaben las condiciones de esclavitud siempre que se garanticen los grandes espectáculos de faranduleo. El Mercado tasa y pone precio. Se venden los cuerpos, las mentes, los ideales, las creencias, las religiones, la dignidad… ¿La contraprestación? Puede ser un cargo político o institucional, una silla más o menos fija en una empresa, un cheque bancario, la palmadita de aprobación del dictador de turno, la celeridad en la adquisición de títulos académicos (tesis doctorales, másteres…) No estamos apoyando los criterios realmente válidos para formar y ser parte de una sociedad renovada. Como personas estamos expuestas a un permanente ruido inmoral, a una elevada dosis de consumo de los contravalores, a un estrés que nos orilla hacia la frustración y el miedo. Hagamos un pequeño balance de nuestra vida. Siempre podemos brindarnos la oportunidad de ‘ser mejores’ dejando a un lado el ‘tener más’ (poder, nivel adquisitivo, imagen pública…) Vivir, asentándonos en el error de ‘parecer’ o ‘aparentar’ es una magnánima memez, pero es una señal de identidad que cada segundo capta más adeptas/os. Tenemos que trabajar por una Educación que nos haga felices desde modelos comunitarios y sociales más respetuosos y saludables. Dominar no es positivo. Vivir en la sumisión, mucho menos. La rivalidad que propicia el sistema laboral y/o económico pare más enfrentamientos, luchas sinsentidos y comportamientos más deshonestos. Desde este punto, aquí y ahora, la Humanidad tenemos un papel crucial en el presente y en el futuro. Después, no tendrá consistencia alguna justificarnos con la falta de información o conocimiento (característica muy ‘real’ pero no canjeable para las mayorías) o esgrimir argumentaciones para señalar o responsabilizar a otros/as. La alternativa frente al caos ideológico y espiritual, es que queramos ser la persona que somos. Sin antifaces, sin disfraces, sin titulitos ficticios, sin ambiciones que desfiguren nuestras capacidades. Como expresó el polémico filósofo y orador Osho: “No es necesario cambiar el mundo, basta con cambiarte a ti mismo/a para que el mundo empiece a cambiar, porque formas parte de él […] Ese cambio irradiará a miles y miles de personas”.

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