Notas de un lector

J.W.Goethe, infierno y paraíso

Elegía de Marienbad” (Linteo. Poesía. Ourense, 2017) es uno de los más bellos poemas de amor -¿desamor?- de las letras alemanas

El 6 de junio de 1816, J.W.Goethe (1749 – 1832) anotaba en su diario: “He dormido bien y estoy mejor. Próximo fin de mi esposa.  Último terrible combate de su naturaleza. Ha fallecido al mediodía. Vacío y silencio mortal dentro y fuera de mí. (...) Mi mujer, conducida a las doce de la noche al tanatorio. Yo, todo el día en la cama”. Tras ocho días de intensa agonía, Christiane Vulpius moría en la soledad que siempre la persiguió. El más célebre autor de la literatura germánica nunca mostró el afecto que hubiera merecido su mujer. Christiane conoció a Goethe a los 23. Desde entonces, convivió con él casi dos décadas y fue una amante fiel, servicial y bondadosa, que soportó los insultos, el desdén y el rechazo de su marido y de la sociedad que la rodeaba. En 1806, Goethe contaba cincuenta y siete años,y pretendió aplaudir el esfuerzo y la abnegación de su compañera -a la que denominaban morcillaun bel pezzo di carne-con la recompensa del  matrimonio. Hasta 1816 pudo gozar abiertamente de él Christiane, acostumbrada ya a la humillante clandestinidad y a su nula presencia en todo tipo de eventos públicos, incluso los celebrados en su propia casa. 

En el estío de 1821 -y ya viudo-, el septuagenario escritor viaja al balneario de Marienbad. Allí, inicia lo que será un idilio platónico y frustrado con Ulrike von Levetzow, una joven de 17 años, quien no duda más adelante en rechazar una suculenta propuesta de boda, una considerable herencia y una renta vitalicia. Su decisión fue rotunda y su negativa perduró el resto de sus días, pues murió soltera  y recluida en su palacio de Bohemia, al cuidado de sus ocupaciones y atendiendo hasta el último instante la demencia de una de sus hermanas.

     Todo esto, y más, envuelve el proceso creativo de “Elegía de Marienbad” (Linteo. Poesía. Ourense, 2017), uno de los más bellos poemas de amor -¿desamor?- de las letras alemanas. 

Durante los dos veranos siguientes (1822, y 1823), Goethe regresó al balneario y se sucedieron los encuentros con Ulrike. Ella, se dejaba cortejar y aceptaba los requiebros, regalos y galanterías de Goethe. Y él, mantenía intactos sus anhelos y esperanzas. Pero los acontecimientos se precipitan tras su última estancia y el genio alemán, herido en su orgullo y resignado ante un amor que ya sabe imposible, decide volver a casa. En su viaje de regreso, junto al trote del coche de caballos, compuso este hermoso canto.

    Ahora, gracias a la excelente traducción al castellano de Helena Cortés, se puede disfrutar de estos versos confesionales y emotivos. En su ilustrativa introducción, la propia Helena Cortés da cuenta de los pormenores y consecuencias de este fallido romance, además de acercar al lector la trascendencia de esta elegía: “Como en el Dante, Goethe no va a llevar al Paraíso de la mano de su amada y, en este poema, tan lleno de permanentes contrastes entre esperanza y desesperanza, alegría y dolor, fantasía y realidad, pasado y presente, por supuesto menciona también el infierno?”.

    ¿Le habría valido a Christiane Vulpius de justa y suficiente venganza saber a su amado tan cerca de ese “infierno amante”?

Sin duda que, para Goethe, aquel desconsuelo -“mas no tiene mi alma voluntad de cura”- perduró hasta su muerte.

 

 

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