Notas de un lector

Jan Twardoswki, reunido

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En 1980 y 1996 la literatura polaca recibió el reconocimiento de la Academia Sueca, tras conceder el Premio Nobel de Literatura a Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska, respectivamente. Ambos poetas no hacían sino confirmar la importancia de una de las literaturas más ricas de la Europa del siglo XX y la trascendencia que ha tenido la poesía dentro del complejo acontecer histórico de esta nación, incesantemente acosada. La cercanía de sus grandes vecinos, Rusia y Alemania, ha convertido a Polonia en una suerte de país heroico, donde la resistencia cultural se ha mantenido siempre latente como inmejorable ejemplo de su tenaz identidad.
La recepción de las letras polacas en España ha mejorado de forma sensible en los últimos tiempos, y autores como Witold Gombrowicz, Stanislaw Lem, Adam Zagajewski, Bruno Schulz, Tadeusz Konwicki…, nos resultan ya hoy familiares.


La reciente “Antología Poética” de Jan Twardowski (Ediciones Rialp. Adonais. Madrid. Junio, 2009), acerca al lector la obra de un poeta de la paz y de la fe, de la bondad y de la renovada esperanza. Nacido en Varsovia en 1915 y muerto en esta mima ciudad en 2006, se ordenó sacerdote en 1948. Cercano a la estética espiritual que floreció en su país en la década de los setenta, Jan Twardowski se inició en 1937 con “El regreso de Andersen”, si bien su popularidad comenzaría a crecer con “Signos de confianza” (1970), poemario que abría, a su vez, una etapa de múltiples reconocimientos e incesante quehacer. Una labor que además de haber contado con el fervor de su público, sigue manteniendo la misma impronta, pues la tirada anual de sus obras rebasa el millón y medio de ejemplares.
Esta compilación, reúne textos de más de veinte poemarios, y da cuenta de cuáles eran sus principales intenciones líricas: “Mis poemas hablan de la felicidad, satisfacen necesidades reales de la gente de hoy en día. El Evangelio es esperanza frente a la desesperación y yo quería escribir poemas que se le parecieran. Poemas así son necesarios en el mundo de hoy”. Más alto, pero no más claro podía expresar Jan Twardowski sus objetivos, a los que se mantuvo fiel durante toda su actividad creadora.


Anna Sobieska y Antonio Benítez Burraco -que ya se encargaran para Adonáis de la “Antología Poética” (2005) de Jerzy Liebert-, han completado un excelente trabajo al seleccionar, traducir y estudiar con sumo rigor el universo twardowskiano. ”La poesía de Twardowski nace, en último término, del constante asombro que despierta en el poeta ese amor y esa bondad divinos, de modo que puede considerarse como una suerte de incesante acción de gracias”, afirman en su prefacio.
Su verso sabe modularse entre lo delicado, lo fervoroso, y en ocasiones, lo irónico, a la par que viene signado por una libertad interior y una pasión y valentía vitales que lo enmarcan dentro de un personalísimo estilo poético: “Cuando reces debes ser capaz de esperar:/ todo lleva su tiempo,/ bien lo saben los profetas;/ cuando se pide algo, la certidumbre debe dejarse a un lado”.

Diálogo y oración, amor y humildad, impregnan de luz sanadora y salvífica estas imprescindibles páginas: “Nada en este mundo carece de salida:/ cuando Dios cierra la puerta, abre una ventana”.

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