Notas de un lector

Palabra de Breton

La aparición de “Pleamargen” (Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016), devuelve a la actualidad al original autor francés, cuyo legado sigue latente y sugeridor

“La poesía es una aventura del todo interior, la única que me interesa. La poesía no tendría para mí el menor interés si no esperase de ella que nos aporte, tanto a mis amigos como a mí, una solución particular al problema de nuestra vida”. Así de rotundo, se expresaba André Breton (Tinchebray, 1896 - París, 1966), cuando se refería a ese noble género que tanto amó.

     La aparición de “Pleamargen” (Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016), devuelve a la actualidad al original autor francés, cuyo legado sigue latente y sugeridor. La edición bilingüe que ahora se presenta  ante el lector, ha estado al cuidado de Jordi Doce y Julieta Valero, y ha contado con la primorosa traducción al castellano de Xoan Abeleira, quien ha añadido un amplia introducción -más de cien páginas- y un jugoso apéndice de notas que facilitan en gran medida la lectura y comprensión del universo bretoniano.

    El volumen recoge los textos que Breton pergeñase entre 1940 y 1948, durante su obligado exilio a causa de la Segunda Guerra Mundial: “Pleamargen” , “Fata Morgana”, “Oda a Charles Fourier “Los Estados generales”, “Por la senda de San Romano”, además de los textos en prosa “Arcano 17” y “Calados”.
El grueso de los mismos constituye su esencia vital y poéticay revela, en palabras de Abeleira, la lírica “extraña, marginal, inquietante y radical” del autor galo. Para Breton, según él mismo afirmara en uno de sus “Manifiestos”, era necesario “redescubrir el secreto de una lengua cuyos elementos dejaran de comportarse como restos de naufragio en la superficie de un mar muerto”.
Y no cabe duda de que, desde lo más hondo de su alma y de su indomable servidumbre literaria, supo generar una personalísima revolución en las letras del pasado siglo. Breton desplegó un variadísimo abanico de propuestas, donde convivían la trasgresión, el desafío, lo asociativo, lo simbólico, lo onírico, lo amatorio, lo sensual...; ytodo ello, tamizado por la intrínseca magia que se esconde tras la significación primigenia de cada palabra: “No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación”, anotó en su “Primer Manifiesto Surrealista”.
Y claro está, que jugar con el lenguaje, adornarlo con otros gestos, someterlo a variados experimentos, apostar por su solícita espontaneidad, romper su lógica, llevarlo hasta los límites de su significancia..., no fueron sino maneras de llevar a cabo una apuesta tan válida como atrevida, que exigieron de él y de sus adeptos, un compromiso incesante.

    A la hora de enfrentarse a esta aventura lírica, no hay que olvidar que el propio Breton advertía de que era imposible apreciar en una primera lectura de su poesía “los diversos elementos presentes en ella”; de ahí, que sea recomendable un empeño y esfuerzo extras, para captar la íntima sustancia que atesoran estas páginas llenas de potencial belleza.
“La poesía se hace en la cama como el amor/ Sus sábanas deshechas son el albor de las cosas/ La poesía se hace en los bosques”, escribe André Breton. Y bien sabía, que también la poesía se hace, se conforma y se moldea desde el amor y la libertad, desde la sed de quien en ella cree. Y a ella se entregaplenamente.

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