Notas de un lector

Por donde asoma un cielo

Cuatro años después de la publicación de “Un girasol flotante” -Premio Nacional de Poesía en 2012-, Antonio Carvajal da a la luz un nuevo poemario, “El fuego en mi poder” (Hiperión. Madrid, 2015).

Cuatro años después de la publicación de “Un girasol flotante” -Premio Nacional de Poesía en 2012-, Antonio Carvajal da a la luz un nuevo poemario, “El fuego en mi poder” (Hiperión. Madrid, 2015).
En su anterior entrega, el vate granadino se servíade la epístolapara vertebrar un volumen melancólico y elegíaco, pleno de remembranza, reflexión y celebración de la  amistad.
Mucho de esto hay también en su nuevo volumen, si bien, aquí y ahora, el lector encontrará un tono más lúdico, de mayor exaltación y complicidad. A su vez, la versatilidad estrófica, el sentido del ritmo y el dominio métrico, abrigan un decir tan personal como solidario, que propicia momentos de muy alta temperatura poética: “Lo que llamaba mío ya es memoria/ que otros conservan para mí en colores,/ en alcores rosados que ilumina el ocaso/ con su destello nuncio del olvido y la noche./ Mi corazón lo lleva como perla/ que no es rocío de una nueva aurora./ Una hora, y no más, le queda a la mirada:/ Dejadme que la extienda donde el amor me consta”.

Dividido en cuatro apartados, “Madrigal y baladas”, “Soledad y elegías”, “Decires” y “Concerto grosso”, el conjunto se mueve en clave unitaria en cuanto al tono clasicista que lo enmarca y  en cuanto a lo que de tradición lirica sostienen sus poemas. No en vano, su mismo título, esta tomado de unos versos de Lope de Vega: “…mas no quiso el sol que fuese/ blanco el fuego en mi poder”.
Desde la atalaya en que el sujeto poético multiplica y hace común cuanto gira en su derredor, surge una mirada serena y madurada, un decir anhelante y liberador, que busca la proporcionada esencia del ayer (“Los muertos dejan huecos por donde asoma un cielo/ capaz de romper piedras con lágrimas sin manos), las máscaras del mañana (“¿Quién besará mis labios cuando expire?”) y los intensos latidos del hoy (“Fluye mi voz pero no sé si os digo/ mi alma, mía y sin mí, que es alma de otro”).

     Reconocía recientemente el propio Antonio Carvajal, que  “al cabo de cincuenta años escribiendo y publicando, se me plantea el problema de cuándo callar”.
Todos aquellos que hemos seguido de cerca su obra -que se iniciara en 1968 con aquellos “Tigres en el jardín”-, celebramos que su verso mantenga la solidez y el cromatismo de quien ha sabido -y sabe-, dotar su palabra de rigor y autenticidad, de quien tiñe su cántico de sugerida y cálida evocación: “Te añoro sobre un fondo sin distancias./ Otra la luz, otras las horas, otra/ la fragancia del lilo donde cabe/ abandonarse en el olvido, nunca/ de ti: construye el alma su edificio/ de amistad en silencio”.

    Un volumen, en suma, que devela una poesía que fluye con sencillez, y que se anuda a un verso ligero y claro, dador de una realidad donde la íntima conciencia es, al mismo tiempo, el hilo que borda los límites exactos de la existencia: “El sueño es vida y no es la vida sueño/ aunque al corcel de amor tenses la brida/ y con ceniza ocultes de las brasas/ el fulgor, pues también arde la nieve/ con amor, tan blanca como el sueño”.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN