Lo que queda del día

Serendipia

Las respuestas del gobierno deben ser siempre una solución, no un problema, y en eso llevamos algo de ventaja -por fin- en el caso del Villamarta. Da igual si llega de carambola.

El escritor Manuel Rivas subrayaba en uno de sus últimos artículos de El País Semanal la reciente incorporación de la palabra “serendipia” en el Diccionario de la RAE, que la define como “hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual”. Procede del inglés “serendipity”, y tanto Rivas como otros lingüistas aconsejan usar el vocablo como sinónimo de “chiripa” o “carambola”. Creo, sin embargo, que el hecho de tratarse de un “hallazgo valioso” termina desprestigiado por los sinónimos escogidos. Las casualidades, no en política, pero sí en otros ámbitos, existen, y lejos de desperdiciarlas pueden proporcionarnos satisfacciones placenteras, ya sea una cita a ciegas, un libro abandonado, una canción en Spotify o una salsa improvisada.   

Pero no, en política no existen las casualidades, y si se producen “hallazgos valiosos” no creo que tengan nada que ver con las primeras. Fíjense si no en los rostros de algunos de los barones presentes ayer en el Comité Federal del PSOE después de que Pedro Sánchez anunciara que iba a someter a la votación de la militancia el acuerdo de gobierno que alcance con otras fuerzas políticas. Fue, sin duda, un hallazgo inesperado, pero poco valioso, a tenor de las reacciones.

En Jerez, el Gobierno local parece querer encomendarse a la serendipia según qué asuntos, como si persiguiese soluciones valiosas, sin tener muy claro qué es lo que va a encontrar. Le ha pasado con las respuestas del Ministerio de Hacienda sobre la Fundación Villamarta y sobre Cirjesa, que tal vez no fueran lo esperado, pero tampoco deben llamar a engaño. Hasta el portavoz de Ganemos, Santiago Sánchez, les ha echado en cara su candidez -más aún si se tiene en cuenta que el interlocutor no era otro que el Ministerio de Cristóbal Montoro-, pero también la falta de músculo para haber tenido prevista otras soluciones previas a la de la disolución -¿una capitalización de la deuda, tal vez, como se llegó a hacer con Cirjesa?-.

Al menos, sí hay posibles soluciones a posteriori, alternativas con las que redefinir el futuro de un bien tan necesario para la ciudad y para su trascendencia cultural, aunque la preferible, la de la absorción por otra fundación, parezca nacer con tan poco recorrido: la ideal les ha cerrado las puertas y la del plan B presenta serias lagunas. Si es así, mejor tener las cosas claras desde el principio para no perder tiempo, que es lo que suele faltar, tanto como la financiación.  

La respuesta sobre Cirjesa, que no es contraproducente, no sé si se la esperaban, pero ya se la venía radiando de forma anticipada el PP, que para determinadas cuestiones sigue contando con muy buenas fuentes, lo cual lleva a pensar que fue asimismo una pena que no hiciera lo propio con la situación del Villamarta, de cuya conclusión también debían estar muy al tanto, hasta el punto de que habría que haber visto cómo pensaba lidiar con esta cuestión el PP de haber estado ahora al frente del Ayuntamiento; ¿tal vez siguiendo la fórmula de Onda Jerez?

Tampoco encuentra el gobierno local “hallazgos valiosos” de cara a darle una salida airosa a su compromiso con los afectados del ERE municipal. De hecho, puede que sea en estos momentos su única esperanza: que la solución llegue en forma de serendipia, aunque sea de chiripa. Si conocen a alguien del Ayuntamiento, pregúntenle por el caso; lo más probable que puedan contestarle sea: “los del ERE no vuelven”. No diré que, a estas alturas, la alcaldesa lo advierta, lo sospeche o lo tema, pero el hecho de que sepa a quién hay que culpar de la situación -como de tantas otras- tampoco le va a servir de alivio si jurídica o económicamente no puede cumplir con su compromiso.

La respuesta, en todo caso, debe ser siempre una solución, no un problema, y en eso llevamos algo de ventaja -por fin- en el caso del Villamarta. Quiero ser optimista al respecto siempre que no se pierda la perspectiva, que es como decir que no la pierdan, porque, tratándose de nuestro teatro, ya sabemos que la solución va a ser valiosa, da igual que llegue de carambola.

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