La ciudad de Sevilla pierde habitantes y, con ello, ingresos, por falta de regulación de un mercado estratégico: el de la vivienda. Es decir, por falta de interés en minorar la especulación, cuando no por favorecerla, dinámica activa de los gobiernos central y local, para beneficio de sus super-protegidos negociantes. La ciudad pierde inversiones, no sólo por la pérdida de habitantes. La supuesta crisis en que nos ha metido la ambición favorecida desde el poder, debería haber justificado la activación de obras públicas, si no fuera algo creado para el mayor enriquecimiento de unos cuantos. Porque una ciudad no es solamente la ciudad. Y en algunos casos, por población o situación, todavía menos, pero en Andalucía las áreas metropolitanas sólo existen de nombre.
Un caso paradigmático, el de Sevilla: el Área metropolitana la componen 46 municipios, con una extensión superior a los 4.900 km2 y una población conjunta de un millón seiscientos mil habitantes. Solamente los veintiocho municipios conectados entre sí, ocupan más de 1.500 km2. y suman casi seiscientos mil habitantes, equivalente a la quinta ciudad de España. Sumados a la capital, supera los 1.600 km2 y se acerca al millón trescientos mil. Estos veintinueve municipios pese a su continuidad terrestre -los únicos espacios libres en ese irregular núcleo, se limitan a vías fluviales, autovías y pequeños claros, a mayor abundamiento casi siempre encuadrados en un mismo municipio-, se dan la espalda, sólo conectados por las antiguas carreteras y una deficiente red de autobuses, en muchos casos más propia de bus turístico que comunicativa.
No se ha hecho nada por integrar estos núcleos urbanos, para facilitar la comunicación terrestre y humana. Ni se hace. Es insólito que un desplazamiento de catorce kilómetros en transporte colectivo, pueda llevar hasta una hora por tortuosos recorridos y lentitud urbana. La solución, tan fácil como siempre, como siempre, parece imposible. No entra en los estrechos márgenes mentales de la Administración, incapaz, siquiera, de continuar la SE-40. Un cercanías pondría Coria y La Puebla a menos de quince minutos del centro de Sevilla. Y resultaría muy poco gravoso, porque podría aprovecharse el túnel a construir para el paso de la misma circunvalación. La prolongación del metro desde Ciudad Expo mejoraría la comunicación con la zona sur de Mairena del Aljarafe e incluiría a las anteriores y a Palomares. Un racional diseño de la vía férrea del Aljarafe, disminuiría el recorrido máximo (Sanlúcar y Benacazón) a menos del 30% del tiempo actual y su prolongación hasta Carmona sería complementario y ayudaría a rentabilizarlo.
Un área de esta extensión (las poblaciones de Los Alcores, la suben a 2.600 km2 y la población supera el millón trescientos mil habitantes), precisa una buena planificación urbana y un transporte ágil, como sólo pueden prestarlo el metro y el tren. Cuando el transporte sea realmente eficaz, será fácil que un alto porcentaje deje el coche, los transportes serán rentables y se ahorrará en costo, tiempo, contaminación y nervios. Pero falta voluntad, ese bien tan escaso en quienes nos gobiernan.
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