Patio de monipodio

Santificada bici

Ha resultado ser un gran negocio, dado el número de tiendas abiertas. Con eso y otras mil alternativas, se paliaría en parte la gran debacle provocada por la usura...

Ha resultado ser un gran negocio, dado el número de tiendas abiertas. Con eso y otras mil alternativas, se paliaría en parte la gran debacle provocada por la usura. Siempre es bueno tener alternativas. Como lo es el ejercicio del pedaleo, y el ahorro en combustible, si lo hubiera. Si lo hubiera, porque la bici tan sólo ha quitado público al bus. Únicamente. Aunque, bien visto y lamentablemente, también ha quitado sitio a algo mucho más importante y necesario: la educación, el buen estilo, la convivencia. Y eso es grave.

Pese a que considerar atropello colocar un vehículo por encima del viandante, provoque “indignación” a pseudo-ecologistas, con nobleza limitada al apellido. Puede que les indigne, no más que su propio ser. Porque la bicicleta no es un peatón, y su circulación contradice y anula toda posible peatonalización. La operación (peso x velocidad, + aristas y salientes) de la bicicleta, son un peligro fatal para el viandante.

Un adulto grita amenazador de voz y gesto, en Avenida de las Ciencias, a un anciano dispuesto a cruzar por el paso de cebra. Una joven golpea a un hombre, en Corral del Carbón. (Sabe que sólo hay “violencia” de género si se produce al revés). Un joven amenaza a un hombre en la calle San Fernando. Si supiera leer, el “angelito” habría visto los indicadores de “…preferencia peatonal”. En el paseo de las Delicias, una mujer insulta a otra por cruzar el carril, por el paso de cebra, para subir al bus dónde un hombre se abre paso empujando a unos jóvenes. Algún ciclista ha constatado su inconsciencia, al huir a toda velocidad, “sorteando” peatones, después de golpear a una persona, sabedor de la inutilidad de la denuncia. ¿Dónde está la convivencia proclamada por “A contramano” y otros apologistas de la circulación de bicicletas por las aceras? Sin duda hay ciclistas educados, posiblemente mayoría, pero sólo cumplen su obligación. El mérito de cumplir es, siempre, menos resaltable que el abuso de incumplir. Porque cumplir es un deber, molestar no es un derecho.

Mejor ver una hilera de ciclistas que una de coches. Y eso que los coches, por mucho que se empeñen los nuevos políticos, también son necesarios. Pero el peatón, como parte más débil, siempre debe estar delante. Estas autoridades centradas en la pose, no en el servicio, han colocado las ruedas en primer lugar. Le han dado toda la preferencia. El ciclista cuenta con un carril de uso exclusivo… y libertad plena para circular por dónde quiera. Y, si no la tiene, como en aceras menores de 1’50m. se la toma, sin ninguna limitación. Injusta primacía sobre el caminante, a quien andar por el carril-bici le cuesta noventa euros (90€). Esto, en el más elemental derecho, se llama abuso. Abuso de fuerza, porque el ciclo, por muy simple que sea, es un vehículo. Un vehículo muy superior al peatón, a quien puede llegar a infligir mucho daño.

Acostumbrados a esperar que “pase algo” para poner remedio, aquí debería ponerse sin esperar a que pase. Si se ha gastado una buena cantidad de dinero de todos -no sólo de los ciclistas- en construir un carril-bici, al menos debería estar diseñado racionalmente. Y las aceras deben ser de uso exclusivo para peatones, como sería lógico.

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