El mito vivo de la canción moderna llega de nuevo al Falla para deleitar a jóvenes y mayores. Raphael ofrece mañana el primero de los tres conciertos que dará en Cádiz y vuelve así a reencontrarse con una ciudad a la que guarda un especial cariño. A pesar de que lleva más de 50 años sobre los escenarios sigue teniendo aspiraciones y metas que alcanzar.
Es usted de los pocos artistas que transmiten que su hábitat natural es el escenario. Para usted su profesión es más que un trabajo. Son muchas las personas que creen que Raphael no podría vivir sin cantar, sin estar en contacto directo y frecuente con su público. ¿Es así?
–Ésa es la sensación que se debe tener de mí, porque es justo así. Tienes mucha razón, yo sin el escenario no puedo vivir. Es mi hábitat normal, no me concibo fuera de él, o al menos por mucho tiempo.
¿Dónde está el secreto de gustar a personas de todas las edades, de todas las generaciones?
–Eso tendrías que preguntárselo a la gente. Quizás sea diferente a todo lo que hay, porque lo que es indudable es que tengo una personalidad distinta, muy particular. Esa pregunta no te la podría contestar yo. Me limito a hacer lo que sé, y cada vez sé hacerlo mejor, pero es el público en definitiva quien decide lo que le gusta y lo que no, y el por qué. Pero la gente en sí tiene mucho que ver en eso, porque al poner mis canciones en casa me dan a conocer a sus hijos por ejemplo.
Hace tres años, en plenas navidades, finalizó su gira con 15 conciertos seguidos en un teatro de la Gran Vía de Madrid. ¿Cómo se puede actuar tantas noches seguidas sin que le falle la voz? ¿Dónde está el truco?
–Las cualidades se consevan cuidándose uno mucho. Las noches que tengo concierto intento no hablar durante todo el día, y mucho menos por teléfono. En definitiva, se consigue llevando una vida tranquila y guardando todas las fuerzas para el escenario. Así se consigue no dar 10, ni 15, sino 30 o 40 o más. Yo he llegado a dar tres meses seguidos. Pero claro para eso hay que descansar a sus horas, comer bien, estar relajado y no hablar.
¿Tiene usted algún ritual antes de salir a cantar?
–Ninguno en especial. Lo único eso, no hablar, para que el público me escuche la voz limpia y bien desde el principio.
De hecho canta usted mejor conforme avanza el concierto...
–Claro se va calentando la voz y vas entrando en sintonía con el público.
¿Cuál es su tema preferido de su amplísimo repertorio?
–Hay tantas que me gustan que sería muy difícil quedarse con una. En carne viva es una de ellas, Como yo te amo, Yo soy aquel, Amor mío, Digan lo que digan, Cuando tú no estás, Hablemos del amor... muchas.
¿Todavía sigue teniendo hambre de éxitos? ¿Qué le queda por conseguir a Rafael?
–Pero si yo no he llegado a nada todavía. Estoy en pleno aprendizaje. Mi ilusión es ser un gran artista cuando sea mayor.
Me enorgullezco de que usted se enorgullezca de sertirse andaluz y de que lo lleve por bandera en sus conciertos.
–Hombre claro, es que eso es lo mejor que me ha pasado en la vida (ríe), como para no presumir de ello.
¿Qué siente un artista cuando nada más salir al escenario ve que el público está volcado y totalmente metido en el bolsillo?
–Pues se siente una responsabilidad enorme, porque si ya de entrada se ponen así, yo me digo, Raphael, átate los machos porque tienes que quedar por encima de esto. Pero es maravilloso y sobre todo es maravilloso cruzar Despeñaperros y volver a Andalucía.
¿Es diferente el público de Andalucía?
–Totalmente, digamos que tiene un duende especial para tratar con el artista. Tenéis ritmo hasta para decir un piropo.
¿Qué hay de diferente entre el Raphael que venía a actuar al Cortijo de los Rosales y el que llega hoy al Gran Teatro Falla?
–Que he aprendido mucho (ríe). Pero yo le sigo teniendo mucho cariño a aquél, porque era un chico muy voluntarioso que se metía en cada fregado. Siempre le he tenido mucho cariño porque ha sido un gran profesional.
¿Alguna anécdota especial relacionada con Cádiz?
–Es que yo con Cádiz siempre me he llevado tan bien y ha sido todo tan bonito, que os tendría que estar alabando todo el tiempo.
¿Me puede adelantar algo del concierto?
–Podría contártelo todo pero no debo porque hay que jugar con el factor sorpresa. Pero sí te puedo decir que vamos a pasar casi tres horas de maravilla.
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