La Gatera

Sevilla y la Estevarena

Piense un momento. Si Bécquer hubiera nacido mujer en pleno siglo XIX, ¿Qué nos hubiera llegado de sus Rimas? Se lo contestó yo...

Piense un momento. Si Bécquer hubiera nacido mujer en pleno siglo XIX, ¿Qué nos hubiera llegado de sus Rimas? Se lo contestó yo. Muy muy poco. Eso es lo que me pregunté cuando cayó en mis manos la única y póstuma obra de Concepción de Estevarena, “Últimas Flores”. Una obra así sólo puede crearse llevando en el vientre el don innato de la poesía en una existencia plagada de desgracias. Y ése es el caso de la Estevarena. Una joven sevillana, sin madre y con un padre que a pesar de amarla mucho, le prohíbe escribir versos. Sin embargo, a pesar de esa prohibición, ella los escribe por las paredes para memorizarlos. Y como viene siendo la maldición de muchos poetas sevillanos, la Estevarena se marcha, a la muerte de su padre y por falta de recursos económicos, de Sevilla. Y es, esta marcha, la que le hermana con la muerte, ayudada por la tisis, y la lleva a una anónima tumba en un cementerio frío de Jaca, a la edad de veintidós años un 11 de septiembre de 1876.

De la amistad que cultivaba la joven con la familia de poetas sevillanos, los Velilla, nace el único cabo para tirar del hilo de sus poemas. Y a su muerte, éstos ponen todo el empeño en que estas “últimas flores” se publiquen. Pero Sevilla, cómo no, se olvida de esta hija que muere como Montesinos, con los ojos puestos en el camino de vuelta. Aunque con algunas felices excepciones. Don Enrique Barrero, que fue presidente de nuestro Ateneo, me contaba en una cariñosa carta que ya en el año 1887 se había hecho una lectura de sus poemas en la docta casa y que él mismo, en el 2005, abrió los salones para ella de nuevo. Y gracias a la gran escritora Lídice Pepper, hace unos años la ciudad le dedicó una calle.

Pero fue años antes una editorial madrileña, Ediciones Torremozas, quien en la persona de Luzmaría Jiménez Faro, recogiera el testigo que desde Mercedes Velilla, va de mano en mano, y reeditó sus poemas. Ahora somos los sevillanos los que debemos abrir esa puerta y dejar entrar el dulce aroma de las Últimas Flores de Concepción de Estevarena. Hágame caso, busque esas últimas flores que una joven sevillana quiso que siguieran creciendo en su tierra. Tierra fértil de creadores.

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