La tribuna de Viva Sevilla

Lenguaje obsoleto

Establecimos los mimbres necesarios para dejar atrás uno de los peores periodos de nuestra historia, y no podemos pretender que todo por lo que tanto se luchó se resquebraje por no utilizar las armas democráticas de las que supimos servirnos para alcanzarlo en su momento.

El lenguaje obsoleto va mucho más allá del uso de términos o vocablos ya en desuso. Del mismo modo que hemos dejado de utilizar el voseo en nuestras relaciones dialécticas o  aparcadas palabras vinculadas a otros tiempos, que poco tendrían que ver con la actualidad, habríamos de avanzar en nuestro día a día dejándonos arrastrar por la modernidad y el progreso que hace fuertes a los pueblos.


Con un lenguaje y un discurso renovado y con vistas de futuro, reafirmaríamos las batallas ganadas y los derechos ya conseguidos. Con una mente abierta y abrigada desde el estado de derecho, pondríamos de manifiesto que somos una sociedad libre, moderna y ejemplarizante.
En pleno siglo XXI, inapropiadamente, aún tenemos que soportar cómo se intentan reabrir heridas del pasado ya cicatrizadas, cómo se pone a prueba a la población mediante el descrédito, las quimeras y las utopías, o cómo desde las diferentes fuentes de poder se manipulan símbolos y terminologías lingüísticas, buscando desestabilizar a la sociedad en pro obtener sospechosas rentas. Si obsoleto queda el lenguaje, más aún quedan los gestos demagógicos de quienes ambicionan buscar apoyos a través de la mentira y el despropósito.


En una sociedad moderna, o al menos que aspire a serlo, no tienen cabida debates del pasado que poco tienen que ver con las generaciones que predominan hoy en día en nuestra sociedad. Tampoco los discursos o las propuestas que tienden a separar, cuando el resto del mundo lucha por aunar voluntades. La paridad habría de dejar de ser un sorteo sexista, para ir en busca del verdadero valor de las personas sin distinción de sexos.


No podemos consentir tampoco que nuestros símbolos constitucionales y democráticos sean considerados propiedad de unos o de otros, sino de la totalidad de los ciudadanos. Nuestra bandera, nuestro himno, nuestra constitución...todo forma parte de un único juego democrático aprobado por la mayoría de los españoles desde la libertad y el convencimiento.


Detrás de todo ello, nuestras leyes permiten desde el Estado de Derecho las modificaciones que sean precisas o necesarias, siguiendo los cauces pertinentes. Estamos en una país democrático, que ampara el derecho a decidir en todo momento, cada vez que se nos da la posibilidad de establecer nuestros criterios al depositar nuestros votos. Pero no podemos tirar a demanda de la manga de un chaleco en diferente direcciones, porque nada bueno nos traería.


Establecimos los mimbres necesarios para dejar atrás uno de los peores periodos de nuestra historia, y no podemos pretender que todo por lo que tanto se luchó se resquebraje por no utilizar las armas democráticas de las que supimos servirnos para alcanzarlo en su momento.
Entrar en  encasillar una bandera dentro de en un terreno ideológico o un modelo de estado, como puede ser una república, en otro no deja de ser un lenguaje obsoleto, rancio y alejado de una sociedad moderna que se precie.


Mientras esté vigente nuestra Constitución, no hay cabida a otras banderas, a una división arbitraria del estado o a un cambio de modelo, que no sea el que nos asiste. Lo demás es pura demagogia, que sirve para increpar aún más los ya deteriorados estados de ánimos de los ciudadanos.


Mediante las elecciones elegimos a quienes nos gobiernan, y si queremos modificar, cambiar o erradicar algo, ésa es la única vía de actuación. Mientras tanto, estos son los símbolos que deberíamos defender para mostrar al mundo nuestra unidad de progreso y modernidad. Y si en el futuro, sirviéndonos de nuestras leyes, consideramos que hay que sustituir una franja de color a nuestra bandera, crear una nueva división territorial o cambiar a un nuevo modelo de estado, como puede ser la república, pues bienvenido sea para todos y cada uno los que conformamos la nación española, porque de nuevo lo habremos conseguido desde la libertad y el convencimiento, dejando aparcadas otras estrategias que pertenecerían al lenguaje obsoleto de otros tiempos.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN