El viernes se detuvo a diez jóvenes entre 23 y 30 años de edad por ser, supuestamente, los causantes de los últimos destrozos en el Puente León de Carranza de Cádiz. Y ese mismo viernes, el juez decretó prisión preventiva para ocho de los detenidos a quienes acusan de desórdenes públicos, daños y delitos contra la seguridad vial. La plantilla de Navantia e Izquierda Unida han criticado esta decisión judicial y piden la libertad para los ocho jóvenes, pero una carta, escrita al parecer por la madre de uno de los ocho encarcelados y publicada en las páginas web ‘Cadizenlucha’ y ‘CNT de Puerto Real’, ha generado un gran debate en la red y fuera de ella.
Firmada por María José Soto, madre de Pablo, “soldador” y uno de los jóvenes enviados a prisión por los destrozos en el puente Carranza, la emotiva carta está corriendo como la pólvora por todas las redes sociales y suscita cientos de comentarios tanto a favor como en contra de la misma. “Estoy pensando cómo cambiar el mundo… y no puedo, hoy me invade la tristeza y la desolación…y tengo que ser fuerte porque me necesitan así, y debo ser el apoyo de otras personas a las que también le invaden la tristeza y la desesperación”, así comienza la misma en un alegato en defensa no sólo de su hijo, sino de todas los trabajadores en paro que buscan un futuro.
Esta madre señala en la carta que “siento que nos manipulan tanto, que nos acobardan tanto, que nos asustan tanto… y tengo que tomar aliento para gritar que sí, que desesperado también, que indignado también, decepcionado también… esperando su futuro… esperando esos gaseros que prometían… que le daría lo que él quería… su puesto de trabajo continuado, ese como el que podría casarse y tener un hijo, ese que le daría la dignidad de sentirse útil… ese es mi hijo y a cara descubierta digo que hoy está en prisión preventiva porque debe ser un escarmiento público, porque es interesante que sirva de cabeza de turco, porque en Subdelegación del Gobierno interesa silenciar los verdaderos motivos del cierre del puente y el caos en La Bahía”.
La carta añade que “mi hijo es Pablo, y es un trabajador, un soldador, lleva cotizados siete años de duro trabajo ,de ese que no quiere nadie,de ese en el que en ocasiones ni me trae los monos para que se los lave porque los tiene que tirar de como sale del boquete, de ese trabajo en el que como motivo de ahorro no le dan ni la mascarilla de protección, que yo tengo que lavar de un contrato a otro, de ese en el que aguanta con rebabas en los ojos por no poder faltar, de ese en el que cuando no está trabajando, también se levanta a las 6 y se pone en la puerta de astilleros a ver si por lástima, le dan 5 días de trabajo para reventarlo de horas”.
La madre denuncia que “ese es mi hijo Pablo, lo han tenido sin comer ni beber durante 24 horas, esposado sin poder ir al servicio, llevado a oscuras en un furgón a toda velocidad dando tumbos sin poder sujetarse, sometido a la prepotencia de un juez y un fiscal que tiene ordenes expresas. A él y sus nueve compañeros, todos trabajadores”, para gritar antes del punto y final que “¡No son delincuentes, no son terroristas, son personas que buscan un futuro!”.
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