Las podas no son necesarias al arbolado cuando su fin es crear paisajes naturales, bosques y alamedas: ellos, por sí solos, desarrollan sus estructuras en los condicionantes climáticos donde se desarrollan.
Vemos cómo los arboles son podados en las plantaciones forestales con el fin de conseguir maderas aptas para su aprovechamiento. Igual sucede con los árboles frutales: anualmente son podados para conseguir mejores fructificaciones y un aprovechamiento comercial de sus frutos. Éste no es el caso de los árboles ornamentales plantados en parques y jardines y en la calles y plazas de nuestra ciudad. Los efectos que pretendemos son distintos.
Ya se han perdido demasiados árboles por falta de cultura y sensibilidad, pero todavía estamos a tiempo de conservar el patrimonio arbóreo de nuestras ciudades no sólo para un disfrute estético, ya por sí importante, sino como algo imprescindible para el desarrollo de la humanidad, transmitiendo a las generaciones venideras un mensaje de prosperidad y calidad de vida.
Los árboles en las ciudades juegan diversas funciones: acompañan y conforman su desarrollo en sus ejes de composición y en sus estructuras principales, participan en la lectura del espacio -al cual le aportan cualidades suplementarias, propias del medio ambiente-, marcan los ritmos de vida en las distintas estaciones, tienen variedad individual y colectiva que se opone a la normativa constante del medio ambiente tecnológico… Ellos son portadores de mensajes estéticos o simbólicos, incorporados a lo largo de los siglos en el bagaje cultural de la humanidad.
Hemos heredado un patrimonio arbóreo que se ha ido incorporando a la ciudad a lo largo del tiempo y que constituye el principal soporte vegetal a partir del cual la ciudad se regenera y crece continuamente.
No más antojos ni más anarquía en el mantenimiento de las plantaciones urbanas.
Ya va siendo hora de que las prácticas tradicionales sean contestadas con argumentos prácticos de arboricultura moderna. No más mutilaciones de árboles, no más plantaciones inadecuadas, no más intentar obtener árboles pequeños de árboles de gran desarrollo. Plantemos con espacios subterráneos y aéreos suficientes, con amplitud para el desarrollo final del árbol, utilizando la biodiversidad. Defendamos el árbol dentro del mundo mineralizado que estamos construyendo.
Muchos mitos aceptados en la arboricultura antigua e incluso publicada en textos especializados han perdurado hasta nuestros días. No es nada fácil desmitificar estos malentendidos tradicionalmente aceptados.
En la ciudad las podas deben ser mínimas, de regulación y saneamiento de los árboles.
Así pues, deben eliminarse las podas drásticas que se realizan tradicionalmente, el objetivo de las cuales era dar vigor y una forma determinada, debilitando al vegetal y haciéndolo más peligroso en caída de ramas y ataque de enfermedades.
Las situaciones que se dan a la hora de podar en la ciudad son complejas, dado que hay que tener en cuenta el tráfico rodado, los aparcamientos, los peatones, servicios públicos, viviendas etc... Siendo éste el motivo por el que hay que extremar al máximo las precauciones a la hora de ejecutar los trabajos y adoptar medidas especiales para evitar molestias al ciudadano.
En todos los casos se actuará siguiendo las directrices generales:
Se podará el mínimo imprescindible, según la especie y las necesidades de cada situación.
La poda se efectuará procurando no modificar el porte natural del árbol.
Las posibilidades de desarrollo del árbol, además de la anchura y características de la calle donde está ubicado, las luminarias, los semáforos, rótulos luminosos de comercios etc..., condicionarán los tipos de poda, no necesaria para el árbol, sino por el lugar donde está emplazado.
No más árboles mutilados. La ignorancia de su biología hace que veamos todavía árboles desmochados sin justificación alguna. Son seres vivos que en la ciudad nos aportan diariamente y silenciosamente toda clase de beneficios, sumideros de CO2, absorción de contaminantes, liberación de oxigeno y reducción de las altas temperaturas con su sombra.
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