Vamos a ver. Piense en una chorrada para el móvil. ¿Ya? La tengo. Piense en otra. ¿Ya? La tengo también. Cualquier chorrada que usted pueda imaginar para su teléfono móvil, ya está instalado en el mío. Léase “aplicación” donde he escrito “chorrada”. Es decir, que servidora es una entusiasta de las aplicaciones que le faciliten la tarea cotidiana. Una vez aclarado esto confieso que se me ha quedado cara de tonta con lo de la aplicación de Tussam. Me parece magnífico que se comprometan a que si el autobús tarda más de cinco minutos en llegar a la parada de lo que la aplicación dice, nos devuelvan el importe del billete. Hasta ahí muy bien. Eso garantizará que la aplicación funcione. Por lo que el dinero que nos hemos gastado (digo hemos, ¿eh?) será una inversión que se optimizará. Pero lo que no me garantiza es que el autobús llegue pronto, o que el servicio que Tussam ofrece me sea útil. Y eso es lo que realmente necesitamos.
Pongo un ejemplo: Sevilla Este tiene una población de más de cincuenta mil habitantes. Como Cuenca. Dentro de este distrito se ubican grandes centros de oficinas y un Palacio de Congresos. Pero su conexión a través del transporte público con aeropuerto, estación de trenes y de autobuses, con hospitales y el centro de la ciudad es francamente mejorable. Si entran ustedes en la página de Tussam pueden hacer la prueba. Desde Jardines del Edén hasta el centro de la ciudad, tardo en autobús 53 minutos, según la web. (Les aseguro que es más). Y si quiero ir al Parque Torneo Empresarial, esa hora puede casi duplicarse. Es inviable que para hacer una gestión a cualquiera de esos dos puntos de la ciudad, se pierda media jornada. Así no podemos ser competitivos y es difícil que el parque de alquileres de oficinas de ambas zonas se reactive.
Por lo tanto, ¿aplicación para el móvil? Perfecto. Tussam 2.0 es una buena opción. Pero a esta ciudad le hace falta una buena red de transporte público, horarios más extensos en autobuses y metro, más interconexiones... ¿Que eso cuesta dinero? ¡Por supuesto! Así que hagan como nosotros, los gestores de empresas privadas y realicen el milagro de los panes y los peces para sortear la miseria y salir adelante. Para eso les pagamos.
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