Había expectación y mucha pero después de ver en acción a Ismael Jordi, Manuel Lombo y Jesús Méndez, tres monstruos de géneros tan dispares como la opera, la canción española y el flamenco, uno llega a pensar en lo privilegiado que ha sido por haber disfrutado del espectáculo con mayúsculas que han ofrecido los tres artistas en las dos funciones del teatro Villamarta y que siempre se quedará corto a la hora de describirlo a los que no pudieron estar allí. Pocas veces villancicos tan populares como Una pandereta suena, o Dime niño de quien eres se cantaron con tanta alegría y tanta elegancia como la que demostraron unas voces procedentes de campos tan dispares pero que tan bien han empastado y se han ganado al público que pudo ser testigo de este derroche de talento. Sobran las palabras, hay que verlos.
Hasta algún espontáneo desde el patio de butacas les llegó a dar las gracias por que los Reyes Magos les hubieran echao su regalo con casi un mes de adelanto con su entrada a esta propuesta tan original e inédita para el concierto de la Navidad de la que estaba siendo testigo. Resulta difícil aglutinar los momentos mágicos, pero especialmente emotiva fue la interpretación de un clásico como Adeste Fideles, Hay que sembrar en Navidad, El tamborilero, Los peregrinitos...podría seguir...El quejío de un carismático Lombo, que ya en el vientre de su madre venía con compás cantándole al “rey de los Cielos”, la desgarradora voz de Jesús Mendez, sobrino de La gran Paquera de Jerez haciendo una versión magistral de Campanilleros y el potencial de una garganta sin fin del tenor jerezano Ismael Jordi eran demasiado para dos horas largas de espectáculo.
Había complicidad, abrazos de hermanos y una admiración recíproca que no dejaron de demostrar sobre el escenario. Hasta el tenor se marcó su pataíta y acompañó a las palmas al cantante sevillano. Todos tuvieron su momento de gloria por separado pero el reencuentro de sus voces enganchaba tanto al respetable que ya los piropos eran simultáneos, porque llegado el momento los fans de un Lombo enloquecido y con su característico flequillo se volvían seguidores del timbre de Jordi o del flamenco puro de Jesús Méndez. “Qué guapo sois los tres”, decía otra señora tras una nueva ovación de un público que no terminaba de creerse la suerte que tenía y que no quería que aquello acabara nunca.
Y es que aunque parecía complicado, el tiempo corría y allí cada vez se estaba más a gusto. Un incansable Manuel Lombo dispuesto a bailar y cantar todo lo que le echaran se ocultaba entre las bambalinas después de que Ismael Jordi le pidiera que le dejara cantar, que era su turno, en una pequeña parodia que demostró el gran sentido del humor del tenor jerezano, que estos días ha dejado ver sobre las tablas del Villamarta su faceta más desconocida, atreviéndose con todo y saliéndose de su registro con gran maestría. Méndez, mientras tanto, no dejaba de sonreír y de demostrar un dominio sobre el escenario que le valió para rendir un homenaje a Terremoto, uno de los “nombres propios” de la Navidad de Jerez con su brillante interpretación de Diciembre.
Pero estos tres gigantes de la música tuvieron una compañía de excepción para cantarle a la Navidad. Santiago Lara, a la guitarra y Mari Ángeles Rubio al piano. Álvaro Ambrosio al violín, Juan Carlos Toribio con el violonchelo y los percusionistas Perico Navarro, y Eduardo Aguirre bajo la dirección escénica tan cuidada de Paco López. ¡Qué suenen con alegría!.
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