Andalucía ha sufrido tantas veces el efecto corrosivo de los localismos estériles que no puede permitirse coquetear de nuevo con las redes tóxicas del agravio comparativo alimentado desde cada territorio. Tenemos sobrados ejemplos del daño que causaron, de cómo frenaron el desarrollo en innumerables ocasiones y cómo todavía estamos pagando las consecuencias de episodios funestos en la historia reciente de nuestra comunidad. Acaso no nos acordamos de cómo Andalucía se ha quedado sin un sistema financiero propio por el rechazo o las cortapisas de cada caja de ahorros provincial a integrarse en una gran caja andaluza. Así les fue: todas engullidas y desaparecidas, salvo Unicaja Banco que lidia también con incertidumbres sobre fugas evidentes de poder tras su fusión con Liberbank. El caso de las cajas es el ejemplo más bochornoso de un mal entendido amor hiperbólico al terruño, no exento tampoco de personalismos que no querían perder su cuota de poder.0
También recuerdo, en mis primeros años como periodista en Cádiz, cómo la Unión Europea concedió un plan especial de empleo para la bahía gaditana en atención a su elevada tasa de desempleo. Se llamaba el PLEMCA con una dotación de dinero elevada para emprender acciones que potenciasen el tejido productivo de la zona. Sin embargo, a las primeras de cambio, las 7 localidades receptoras del plan decidieron repartirse individualmente el dinero al grito de la mayoría de alcaldes: “¿A mí cuánto me toca?”. Cada municipio creó su propia oficina y el dinero se diluyó en acciones tan localistas que los resultados laborales fueron imperceptibles.
Con estos fantasmas del pasado, me cuesta entender que Andalucía vuelva a tropezar en la misma piedra una vez más. No hay más que ver cómo algunos dirigentes provinciales enarbolaron la bandera del agravio localista cuando Jaén se quedó sin la base logística del Ejército que logró Córdoba. De nuevo, la historia se repite con la asignación de la Agencia Espacial Española a Sevilla y el descarte de Granada para acoger la Agencia de Inteligencia Artificial. Claro que tiene derecho la candidatura granadina a pedir transparencia sobre los criterios técnicos que han primado a A Coruña, pero algunos partidos o instituciones no puede arrojar sombras sobre una supuesta decisión política aduciendo que no podían venir las dos agencias a Andalucía y se ha optado por Sevilla como capital andaluza.
Este argumentario simplista no contribuye a superar los bloqueos mentales de mucha gente instalada permanentemente en el agravio comparativo entre la Andalucía oriental y la occidental. No hagamos entre las 8 provincias lo mismo que criticamos de otras comunidades, que han intentado y siguen intentando imponernos roles desde un clasismo territorial que no podemos imitar de ninguna de las maneras.
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