En las cuadras jerezanas todos le conocen por el “abuelo”. Y no es para menos. Nació el 17 de febrero de 1995 en Chiclana de la Frontera, en la ganadería de Manuel Tocino. Hijo de Patriarca y Galilea, poco antes de cumplir los cinco años fue trasladado a Jerez. Desde entonces vive en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, ese lugar donde los caballos van al colegio y habitan palacios.
Su nombre es Reluxo: un llamativo equino de Pura Raza Española de 26 años de edad, capa alazana y físico tan portentoso como expresivo. En su juventud alcanzó los 1,67m de alzada. Una talla ahora algo más reducida ya que, al igual que los humanos, los caballos también tienden a menguar su estatura conforme se van haciendo mayores.
Reluxo llega a la Real Escuela -fundación pública dependiente de la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía- siendo un potro sin domar. Allí comienza a adquirir conocimientos y habilidades en Alta Escuela: piaffé, passage, cambio de pies, piruetas, trote largo, paso español… Pero si hay un movimiento en el que destaca ese es sin duda el de la posada. Tanto que veinte años después de su debut aún sigue saliendo cada semana al albero del picadero ‘D. Álvaro Domecq’ a ejecutarlo con energía y las mismas ganas que el primer día.
En 2001, tras dos años de doma, Reluxo comienza a participar en el espectáculo ‘Cómo bailan los caballos andaluces’, símbolo y seña de identidad de la institución ecuestre jerezana. Durante estas dos décadasen activo ha recorrido medio mundo: París, Lyon, Saumur, Arles, Nimes, Marsella y Burdeos en Francia; Aquisgrán, Verdem y Hannover en Alemania; Viena en Austria y países de Oriente Medio como Emiratos Árabes Unidos y Baréin.
Reluxo ha visitado cinco países y buena parte del territorio nacional pero, sin lugar a dudas, su lugar favorito siempre fue Jerez, donde se hace respetar. “Vamos a las duchas y los demás caballos se echan hacia atrás, le dejan paso. Al ser el viejo es el que manda, le tienen respeto”, cuenta Juan Aguilar, jefe de cuadras de la REAAE y uno de sus principales cuidadores. “Reluxo es especial”, matiza Aguilar en varias ocasiones. “Cuando sale al espectáculo y le aplauden parece que lo entiende y pide más y más”, añade.
Su jinete, José Molina, solo tiene buenas palabras para él: "Es un caballo muy fuerte, resistente, noble y siempre dispuesto para el trabajo. Ha fallado en muy pocas ocasiones, manteniendo la disciplina y estando siempre sano”. Reluxo goza de un historial clínico excelente, sin ninguna incidencia digna de mención salvo algún resfriado pasajero o alguna dermatitis. La edad media de los Pura Raza Española en activo que pasan por las cuadras de la Real Escuela oscila entre los 18 y los 21 años, una horquilla que Reluxo ya superó hace tiempo. “Ahora se le cuida mucho más, pero a pesar de los años sigue teniendo el mismo genio y la misma chispa. No se cansa nunca”.
La actividad en la Real Escuela es frenética. Las jornadas arrancan a las siete de la mañana con la limpieza y el cuidado de los más de 120 caballos que habitan este complejo en pleno centro de Jerez. Cada día llegan a las instalaciones cientos de visitantes; muchos de ellos internacionales tras la reapertura de la movilidad. Vienen a conocer los encantos del caballo andaluz, una tradición milenaria que la institución representa al más alto nivel y trata de conservar garantizando la supervivencia de oficios como el del guarnicionero, que es la persona que trabaja de manera artesanal las pieles y los cueros con las que se crean las guarniciones. Al mismo tiempo se imparten clases, se celebran espectáculos o se ruedan películas, videoclips musicales o programas de televisión.
La unión entre caballo y persona va mucho más allá de lo estrictamente profesional. Uno de los principales valores que la entidad promueve entre sus alumnos y trabajadores es precisamente ese amor hacia el mundo animal. Un sentimiento que tanto Molina como Aguilar no pueden ocultar cuando hablan cariñosamente de Reluxo. Es algo que ya traen aprendido de casa, lo llevan en el ADN. Muchos de los alumnos, incombustibles, compaginan de manera voluntaria su formación en la Real Escuela con el cuidado de sus propios caballos o el trabajo en ganaderías por las tardes y fines de semana. Viven por y para el mundo ecuestre.
La Real Escuela es la universidad del caballo en España. Aquí se forman cada año a decenas de alumnos y se les convierte en especialistas en modalidades como la equitación, el enganche o la guarnicionería y como mozos de cuadra, auxiliares de clínica equina o de equitación y cría. En sus pistas se pueden escuchar clases impartidas en inglés, francés, italiano y alemán. Suelen ser alumnos de tecnificación ecuestre: personas que vienen a Jerez desde cualquier parte del mundo durante una corta estancia para perfeccionar su técnica. Efectivos de las unidades de caballería de la Policía Nacional, la Guardia Civil o el Ejército también pasan por la casa del caballo andaluz, una formación que además traspasa fronteras. Recientemente se ha firmado un acuerdo para la impartición de clases en Abu Dabi y, en paralelo, se está desarrollando la primera fase del Campus Real Escuela-Torreluna-Marengo. Un proyecto que el pasado año ya llevó la excelencia formativa de la Real Escuela a la localidad sevillana de Carmona y que en las próximas semanas continuará su andadura en California. La sala de máquinas del caballo andaluz no para.
La historia de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre se remonta a 1973. Es entonces cuando S.M. el Rey D. Juan Carlos I, siendo aún Príncipe de España, entrega a D. Álvaro Domecq el 'Caballo de Oro', máximo galardón que anualmente se concede en reconocimiento a la dedicación y la labor en el mundo ecuestre. Por este motivo, Domeca presenta por primera vez su espectáculo ‘Cómo bailan los caballos andaluces': un auténtico ballet ecuestre con música netamente española y vestuario a la usanza del siglo XVIII. La cultura que gira en torno al mundo del caballo es muy extensa y su historia puede verse reflejada en las instalaciones del Recreo de las Cadenas, el Museo del Arte Ecuestre, el Museo del Enganche, la Sala de Trajes o el Guadarnés, centro neurálgico de la vida en la Real Escuela.
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