Patio de monipodio

Ciudadanos del mundo

No es posible el “ciudadano del mundo”, salvo en la evasión, salvo la huida de la realidad...

Antes eran más sinceros. Ahora se titulan “ciudadanos del mundo”, título autoconcedido que no precisa refrendo de escuela alguna. Antes se llamaban, simplemente, apátridas. Difícil es participar activamente, al mismo tiempo, de la cultura zulú, la irlandesa, la norteamericana, la sueca y la andaluza. No es lo mismo que guste, hallar recogijo y elevación espiritual en cada una de ellas. Resultaría imposible practicarlas todas; acción plenamente innecesaria, porque las culturas no precisan ser practicadas para ser comprendidas y respetadas. Lo difícil, más que difícil, totalmente imposible, sería estar con todas las economías. Porque no se puede estar con la explotación china o la de los niños de África y la opulencia alemana simultáneamente. Más bien será la falta de compromiso, la incapacidad para comprometerse con la propia tierra, la que lleva a considerar igual a un tendero sevillano que una multinacional americana. O alemana, o francesa, o de  donde sea.


No es posible el “ciudadano del mundo”, salvo en la evasión, salvo la huida de la realidad. Una cosa es ser universalista, en el sentido de respetar a todos los pueblos por igual, y otra muy distinta ser de todos sitios. Porque no todos los lugares del mundo tienen el mismo carácter, la misma comida, el mismo arte. Como mucho podrá contemplarse el pasarlo bien sin importar el lugar; se puede respetar, pero pretender la defensa de todo al mismo tiempo, conlleva problemas serios, porque no todos tienen las mismas necesidades. Quien podría haber sido su principal valedor, Marshall Mc Luhan, ha sido reiteradamente prostituido por sus supuestos seguidores. Su idea de la “aldea global”, que propugnaba comunicación y entendimiento universales, ha quedado enterrada bajo una entelequia llamada “globalización”, donde los lobos de la economía mundial acaban con ella a dentelladas. La “globalización” ha sido útil para que las grandes corporaciones amplíen su poder y dominen el mundo entero; para que su poder abarque más y más, mientras, por su labor, se acentúan las diferencias económicas y sociales entre los pueblos del mundo.


“Globalización” hoy es lo contrario de entendimiento y comunicación. El “universalismo” es mayoritariamente falso. No existe sino la incapacidad para defender lo propio, lo más cercano. El término sólo pretende justificar el olvido de las necesidades de las regiones más desfavorecidas; la falta de compromiso con su entorno. Defender los intereses del pueblo propio no divide, como no dividen las culturas, enriquecedor mosaico capaz de enaltecerlas todas, en la medida que sean respetadas; divide el favorecer a unos a costa del empobrecimiento de otros. No construye lo abstracto, y el respeto a todas las tierras, también incluye a la de uno. Lección ignorada por falsos profetas de un injustamente llamado “universalismo”, en tanto idea construida para ignorar las necesidades de los pueblos oprimidos, en aras de un sentimiento supuestamente revolucionario-superior, rechazado por las doctrinas socialistas puras, tan alejadas del sentimiento mayoritario y, particularmente de los grupos sociales que presumen de ese nombre.

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