Patio de monipodio

Prácticas comerciales

(Malas) De “mala práctica comercial o de atención al cliente”, califica el Servicio de Consumo de la Delegación del Gobierno de la Junta en Sevilla, el casi (o presunto) chantaje de la concesionaria municipal de retirada de vehículos...

(Malas) De “mala práctica comercial o de atención al cliente”, califica el Servicio de Consumo de la Delegación del Gobierno de la Junta en Sevilla, el casi (o presunto) chantaje de la concesionaria municipal de retirada de vehículos. Pero “no se pueden apreciar indicios de infracción respecto a la normativa vigente, en materia de defensa del consumidor”. Solución, “reiterar su queja al establecimiento”. O sea: nada. La legislación en materia de defensa del consumidor es más bien floja. Más que floja, casi inexistente. Teatral.

¿Quién manda aquí? Esto explica las respuestas de empresas eléctricas y de telefonía, por ejemplo, de quienes obtener una compensación es dura empresa. Tan dura como la empresa, vamos. ¿Quién manda aquí? Si la legislación permite a cualquier empresa o entidad abusar directamente del cliente; si, para algunas empresas no hay clientes, sino personas obligadas a soportarles. Si, después de pagar las tarifas más altas del mundo en electricidad, telefonía y “servicios” impuestos por la administración local, se permite la arbitrariedad en la facturación y en el trato, hay que repetir la pregunta: ¿Quién manda aquí?

Naturalmente, quienes practican ese desprecio al usuario, es porque tienen usuarios, no clientes. Desde luego, clientes involuntarios. Es el caso de esas poderosas compañías que imponen facturación y mal servicio, o de la propia administración, conscientes de la escasez de reclamantes y la rentabilidad de aburrir a los pocos “atrevidos”. “Usted ha sido el único que ha reclamado”, fue la respuesta (escrita) de Renfe, cuando el conductor charlaba amigablemente, y se fue, tarde, sin abrir las puertas del tren. Poco falta en este país, para declarar delictivo al “único en reclamar”; la norma es lo contrario. Y a empresas semi o directamente monopolísticas en su (mala) práctica comercial, se les permite todo.

Un motivo más con que justificar la drástica reducción bancaria con liquidación de las cajas de ahorros. Para una docena de entidades es mucho más fácil dominar el mercado que para dos centenares. Además del ahorro en la reducción de oficinas y de personal, los bancos tienen ahora un mayor dominio sobre el cliente, ya usuario también. Además de la financiación, con dinero de todos; además de las “preferentes” y otros “encantos”, los bancos ya no necesitan mover el dinero ¿para qué van a venderlo en préstamos, para qué se van a molestar, si le reducimos costos y le pagamos, directamente, más que el beneficio?

Las consecuencias de un cambio de ciclo rebautizado “crisis”, salpican más allá de la propia cuestión económica. Se diseñó para concentrar todo el dinero existente en muy pocas manos y se devuelve a la sociedad al siglo XVII, a la época pre-revolucionaria. Aunque, previamente, se hayan ocupado de desmovilizarla mediante una pasajera sensación de bienestar, no deberían olvidar eso: las chabolas, el paro, la previsible delincuencia pareja al paro, la necesidad, el aumento de las diferencias, con el empobrecimiento de quienes menos tienen, frente al aumento de poder de una minoría, todo eso es una situación pre-revolucionaria. No parecen bobos, pero así lo han diseñado.

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