¿Cuántas veces hemos escuchado ‘todo pasa, todo llega’? Ver un problema desde fuera es muy fácil, el verdadero problema está cuando te encuentras inmerso en él. Cuando te está ahogando no encontrar la solución por ninguna parte. Cuando vemos que la llama se está apagando lentamente y no tenemos ya la chispa suficiente como para volver a encenderla. No sabemos nunca por dónde comenzar a buscar, pero os puedo asegurar que quien busca, siempre termina encontrando. Quizás no en el momento en el que nosotros deseamos, por eso tenemos que estar preparados para resistir en todas las batallas que se nos presenten. Solo quieren ponernos a prueba, ver si somos capaces de sobrellevar los golpes y hacer frente a cualquier revés. Tenemos que estar con los cinco sentidos en alerta por si llega la señal que dé el paso a una nueva etapa. Porque lo mejor que tienen los finales es que vienen de la mano de un nuevo e ilusionante comienzo. Volver a empezar de cero para intentar llegar a tu meta, de una forma u otra. No importa el camino si llegamos al lugar deseado. Si algo se acaba es porque no estaba creado para nosotros y por más que queramos alargarlo en el tiempo, es imposible ir en contra del destino. Es él quién tiene la última palabra. Debemos tener la suficiente madurez como para ir cerrando puertas e ir avanzando por las diferentes etapas. Siempre tendremos la opción de echar una vista atrás, siendo conscientes de que nos debemos centrar en el aquí y ahora. Que todo sigue su curso aunque no lo queramos, y que todo pasa. Lo malo siempre pasa. Y todo llega, solo tenemos que esperar un poco más.
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