Parando letras

El abecedario

Fugarnos cualquier noche de este mundo de hipócritas, fallar tantas veces como creamos necesarias sabiendo que somos una suma de errores, fumarnos el pasado de una calada porque ya nos hemos consumido bastante

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Podemos disponer de tantos planes como letras tiene el abecedario. Es cuestión de plantearlo, porque todo lo que tiene que ser, termina llegando solo aún sin esperarlo. Para empezar podríamos amanecer entre risas iluminando ciudades, abrir puertas a nuevas oportunidades. Bebernos el miedo sorbo a sorbo, sin atragantarnos, dejando para el último trago lo amargo, besar sin importar a quién, el cómo y el dónde, balancearnos sin llegar a perder el equilibrio. Cerrar las puertas al olvido, caer para realzar el vuelo, caminar pintando nuestros propios senderos de la vida. Deleitarnos en cualquier despertar después de trasnochar en una cama ajena, derribar prejuicios y demandar libertades. Escribir para ser conscientes de todo lo que está ocurriendo, emprender nuevas búsquedas hacia lo desconocido, elegir la mano de la que queremos caminar. Fugarnos cualquier noche de este mundo de hipócritas, fallar tantas veces como creamos necesarias sabiendo que somos una suma de errores, fumarnos el pasado de una calada porque ya nos hemos consumido bastante. Gritar todo el silencio que callamos, guardar cada momento como si fuese oro, golpear a cada duda que nos asalte. Helarnos sin que temamos resquebrajarnos, hallar el caos entre tantos desperfectos. Idear un plan C para cuando no funcione el plan B, iluminar la vida de los demás de forma gratuita, sonriendo. Jugar al escondite con el destino, mostrándole todos los ases que guardamos bajo la manga. Liberar a nuestros sueños para dejarlos ser, llamar cuando el teléfono comunique y que alguien conteste. Manipular al karma para escribirte en braille, manipular el timón de nuestro barco siendo unos auténticos piratas. Necesitar la pieza que completa nuestro rompecabezas sabiendo que dos son una, pero que una jamás llegará a ser dos. Odiar cada centímetro que separa tu boca de la suya, omitir la cara oculta de la moneda. Preguntarnos si somos felices haciendo lo que hacemos, presentarnos sin repudio alguno a nuestro presente. Querer ser, aunque a veces esté de más. Realzar nuestras manos en señal de victoria, regresar a todos esos sitios que nos vieron ser. Suponer que todo lo que tenemos estará de más si no los cuidamos, sobrevivir entre tanta inmundicia. Tentar a todo menos a la suerte, tensar la cuerda cuando queramos arriesgarnos. Ubicar cada punto cardinal de su geografía. Volar cada kilómetro que nos separan. Zambullirnos en el deseo para resguardarnos del frío. Y esto no es todo, aún hay más. Pero todo sigue desordenado, al igual que nuestras cabezas.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN