La aplastante victoria de Matteo Renzi en las primarias del Partido Demócrata italiano sobre sus dos rivales despeja el camino de la izquierda hacia una posible nueva victoria electoral en las que serán, previsiblemente, elecciones anticipadas el próximo mes de octubre. Es posible que esto responda a un plan urdido desde el mismo momento en que se produjo su derrota en el referéndum convertido en plebiscito y en el que, a pesar de no conseguir su objetivo principal –aprobar la reforma constitucional propuesta – sí logró concitar en torno a su liderazgo a más del 40% de los votantes italianos.
En aquél momento, quizá, se fraguó la decisión de competir para volver al poder y tal como se produjeron las primarias de ayer, es posible que todo esté despejado para volver al gobierno antes, incluso de lo previsto sin haber pagado el peaje del último año de gestión, con un acuerdo en ciernes con el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo para facilitar, mediante una ley de gobernanza electoral, mayorías parlamentarias sólidas, tal y como se pretendía con la reforma constitucional fallida.
Así que, por el camino más largo, puede que Renzi alcance el objetivo perseguido en aquel incómodo plebiscito y que lo haga ahora en unas condiciones bastante más favorables para el desarrollo de la política que siempre se había propuesto. Le acompaña ahora la previsible victoria de Macron en Francia el próximo domingo que puede abrir la puerta a su victoria electoral en octubre con la ayuda del efecto contagio.
Europa atraviesa un periodo de incertidumbre abierto por la crisis del Brexit y la falta de objetivos comunes en las estrategias europeas de los grandes partidos tradicionales. El regreso de Renzi puede recuperar una idea hegemónica de Europa que devuelva la confianza en las instituciones y arrincone la idea de que los populismos de extrema derecha y extrema izquierda ofrecen soluciones plausibles a los problemas de los ciudadanos.
El rumbo austericida de la Unión Europea de Merkel, la fatal estrategia de eliminar derechos económicos y sociales mediante recortes presupuestarios de inútil resultado, abrió la puerta al anti europeísmo, y la falta de consistencia de la socialdemocracia terminó por rematar la visión de que era Europa el gran problema de los europeos.
Parece que las perspectivas de Macron en Francia, y del SPD en Alemania, unido a este agigantado salto de Renzi pillan con el paso cambiado al antiguo socioliberal Sánchez, hoy reconvertido en intransigente izquierdista partidario del abrazo con Iglesias y sus numeritos de feria, frente a la nueva lógica socialdemócrata que se alumbra en la Europa que prevé el fin de la tormenta.
Todo volverá a su cauce menos la razón perdida del derrotado múltiple local que pretende liderar el PSOE. Pero para eso ya está en marcha el proceso de elección de un liderazgo honesto que encaje con el discurso que defiende esta nueva izquierda templada. Patxi López ha advertido contra el izquierdismo infantil disolvente de Sánchez y Susana Díaz se prepara, integración mediante, para liderar el PSOE. Es posible que aún este nuevo tren europeo nos permita viajar en él hacia un futuro mejor.
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