El principio del fin

Ante esto, la caverna mediática pepera ha salido como lobo rabioso lanzando mordiscos, buscando la sangre.

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Un rayo de esperanza. Dos encuestas ha constatado un fenómeno político, Podemos, y social, la indignación y rabia ciudadana, que ha llegado para quedarse. Primero fue el periódico El País que, en un sondeo encargado a Metroscopia, situaba a Podemos como primera fuerza política si se celebraran elecciones generales, las cuales ganaría con un 27% de los votos. Después, el sondeo del CIS los situaba terceros en unas hipotéticas elecciones generales con un 22,5%, a cinco puntos del PP y a dos del PSOE. Sin embargo, esta última sitúa a los de Pablo Iglesias como primeros en intención de voto, lo que da idea de lo cocinada que está la encuesta del CIS.  
      Ante esto, la caverna mediática pepera ha salido como lobo rabioso lanzando mordiscos, buscando la sangre. Bolivarianos, simpatizantes de ETA, promotores del independentismo, etc. Un argumentario basado no en informes y datos contrastados sino en saña y rabia de ver como se les acaba el chollo. De ver como su posición de poder y de chiringuito, sustentada en el sufrimiento de la ciudadanía asfixiada por impuestos, por reformas laborales lesivas, por un austericidio para la mayoría, se acaba. La ciudadanía vuelve a mirar en Podemos una ilusión de un cambio verdadero, de una revolución, de la destrucción del sistema del 78. Algunos dirán que la destrucción será mala pero: ¿Solo la destrucción lleva aparejada desgracia? Recordemos la destrucción del muro de Berlín. ¿Paso alguna desgracia inmediatamente? No.
      De forma personal, a mi me ilusiona esta alternativa. Por una simple razón. Si el llamado bipartito del 78, el llamado PPSOE (la misma mierda es) está tan aterrado, es que Podemos está haciendo algo bien. El neoliberalismo, sustentado en el ultraconservadurismo y la socialdemocracia, ve como se le acaban sus chanchullos. Los hijos políticos del franquismo (quieran o no negarlo) y los apóstatas de González y compañía, ven como su estructura de corruptelas, al igual que su preeminencia política, se derrumba al igual que un castillo de naipes. En toda esta maraña de acontecimientos, Podemos sube como la espuma. Sube y sube y parece que no tiene techo. Iglesias, Errejón, Monedero y compañía se convertirán, con total seguridad, en actores destacados de la política española y veremos si, en las elecciones generales, se confirman como los mandamases. De momento, las encuestas ya les sitúan arriba. Podemos viene y parece que Podemos viene para quedarse. Para temor algunos, parece que si se puede.

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