Lo que queda del día

Vivir es fácil con los ojos cerrados

El Gobierno local no habló ayer del estado de la ciudad, sino de cómo estará Jerez de aquí a un par de años. El PP lleva conjugando verbos en futuro desde antes del verano, como si hubiesen hecho promesa

Living is easy with eyes closed -vivir es fácil con los ojos cerrados- es la primera estrofa de Strawberry fields forever, uno de los clásicos compuesto por Lennon & McCartney a finales de los sesenta. David Trueba la ha tomado prestada para poner título a su última película, ambientada en 1968 y protagonizada por un maestro de escuela que inculca a sus alumnos el aprendizaje del inglés con canciones de los Beatles ante el escaso alcance de miras de los planes educativos de aquellos años, que consideraban suficiente el castellano -tal vez un poco de francés- para triunfar en el mundo; a lo que habría que añadir que “de aquellos polvos”, estos relaxing cup.
 

La estrofa resonaba ayer en mi cabeza mientras asistía al pleno del debate del estado de la ciudad, aunque como estribillo recurrente tras las diferentes intervenciones: living is easy with eyes closed -no confundir con el clásico ojos que no ven, corazón que no siente: predominan otros matices-. La cuestión no radica tanto en no querer ver lo que ocurre, como en evitar la contaminación de nuestro sentido de la realidad para consolidar los cimientos del discurso. Ahí estuvo el pulso. No en debatir, sino en mirar a Jerez con los ojos cerrados. Y claro que es fácil hacerlo, gobiernes o fiscalices a quien gobierna. Lo difícil es hacer lo contrario, abrir los ojos y compartir soluciones ante esa realidad, y dejar a un lado discursos que parecen sacados del Tiene arreglo, como si esperaran la aparición en el pleno de Toñi Moreno para consolarlos a todos con su esperanza prefabricada y los pucheros de felicidad arrancados del rostro del público.

En todo caso, puestos a elegir, no se trata de hacerlo fácil o difícil, sino de ser útiles, que es en realidad lo que los ciudadanos reclaman a quienes nos representan.
Es verdad que cuesta imaginárselos -a los ciudadanos- acudiendo en masa a los plenos para reivindicarlo -a veces da la sensación de que nos basta con acudir a las urnas cada cuatro años-, pero puestos a hacerlo yo lo hago en plan musical y cantando a coro otra estrofa de los Beatles: “take this sad song, and make it better” -“coged esta triste canción y hacedla mejor”-.
 

El Gobierno local está convencido de haberla mejorado. Tanto, que ayer no habló del estado de la ciudad, sino de cómo estará Jerez de aquí a un par de años. No es para menos, ya que el PP lleva conjugando verbos en tiempo futuro desde antes del verano, como si fueran unos recién llegados al poder o hubiesen hecho promesa, ya sea porque las encuestas no coinciden con sus previsiones, porque lo dice el manual o, simplemente, porque el futuro es lo único que ahora mismo no puede arrebatarles la oposición y, mucho menos, achacarles que lo afronten tristes y en desbandada, como le pasó al PSOE.  
 

En el léxico de la alcaldesa las alusiones al pasado se reducen a “medidas difíciles” -del ERE no queda ni sombra-, pero se enriquece cuando se trata de anunciar lo que nos espera: 20 millones de euros del agua para obras en bienes y servicios, un plan de empleo, alguna sorpresa en materia de ordenanzas fiscales -Ana Botella ha alumbrado el camino desde Madrid-, la municipalización del servicio de autobuses, la recuperación de la Laguna de Torrox con cargo a Aqualia, el apoyo de la Zona Franca... ¿Dónde hay que firmar? Ante tales avances, en cualquier sitio, incluso con los ojos cerrados, si es así de fácil.
 

Pero no lo es. Nunca lo es. Ni nadie ha dicho que lo sea, ya que ese pasado del que el Gobierno local es ahora tan reacio a hablar va a seguir persiguiéndonos por la vía del sacrificio, como apuntaba Miriam Alconchel -no hay que olvidar que ya pagamos más de lo que se pagaba antes por el agua o vemos cómo se han deteriorado determinados servicios públicos en calles y jardines-, o por la de esa pesada hipoteca a largo plazo, a la que aludía Joaquín del Valle, y que tendrá que soportar ineludiblemente el Consistorio en los años venideros, así como sus respectivos futuros gobiernos, lo que no nos va a eximir de empeños por el más difícil todavía.

Y sí, lo de la Vuelta Ciclista habría que hacérselo mirar, pero también lo de los 8 millones de euros en un carril bici. Como tantas otras cosas. Cuestión de prioridades. También de abrir los ojos. Sentirnos útiles.

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