El inicio del verano no se encamina con buenas vibraciones, lejos de la realidad. Y hay datos para argumentarlo de sobra. El flujo de desconfianza que desde el Ayuntamiento se desprende es cada vez más dificultoso en la argumentación de aventurar el prometido cambio.
La mutabilidad positiva es inversamente proporcional a la incapacidad de poder y saber salir del escollo donde se encuentra sumido.
El aislamiento municipal es evidente, al igual que sus problemas endémicos que le marcan su penar. Los números mandan y la realidad dicta una encrucijada complicada de variar para querer gobernar en minoría.
Los vasos comunicantes entre una bancada y otra han dado a una oposición que señala el destino y que marca su tiempo, el que aún le resta para desgastar y arrinconar a un equipo de Gobierno inmerso en diatriba estéril de ideología, no la de gobernar para una mayoría.
Es una oposición a la oposición. Un sin sentido que paga -y a qué precio- la ciudad. La falta de gestión se verifica en cada paso y acción.
El caos circulatorio y en pleno verano es para padecerlo. El rechazo al Pliego de Limpieza, donde El Puerto muestra su lado menos pulcro, fue unánime por la oposición, como el balance del estado de la ciudad. Realidades enfrentadas y polarizadas. Ya ni la Justicia esconde más campañas de acoso y derribo con el ‘caso Apemsa’.
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