Buscando la unidad y la estabilidad

Los resultados obtenidos en las elecciones muncipales, lejos de despejar, han abierto una nueva realidad

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El pueblo ha hablado en las urnas. Una parte, la otra ha preferido mantenerse al margen y no pronunciarse al respecto, como desatendiendo el derecho al voto, a decidir. Respetable, pero ni conveniente ni inteligente.

Es por tanto que en un Estado de derecho, la mayoría es la que prevalece y es la que legitima cualquier elección. Sea cual sea. Es por tanto que el abanico abierto tras los comicios celebrados el pasado domingo deja un espectro más plural que nunca.

Pero igualmente impredecible ante lo que está por venir. La diversidad traspasó las puertas del Consistorio, pero metió con ella las dudas ante lo desconocido y lo que tendremos para los próximos cuatro años.

Ni que decir tiene de la necesidad imperiosa de aunar esfuerzos y unir voluntades para gestionar una gobernabilidad que se antoja más que obligada para poder sacar adelante los diferentes proyectos. Más allá de programas, de siglas, de candidatos y de ideologías, El Puerto es, o debiera ser, la máxima y el único vencedor. El desquite, el reproche o la revancha no son buenas consejeras.

Borrar el pasado a base de ordenanzas, sacudir todo lo anterior, deslegitimar lo realizado debiera hacerse con sentido y con responsabilidad, la que otorga unas elecciones democráticas y unas elecciones con una representación plural. La que hoy por hoy se da. Las decisiones deben ser valientes pero todas las que sean convenientes.

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