La Gatera

El mundo en un click

Decía Pablo Neruda que el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta...

Decía Pablo Neruda que el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. Hace unos días, con motivo de la presentación de la nueva novela de Joan Plaza, “Despertar a tiempo”, estuvimos en la Fundación Valentín de Madariaga, que como ustedes saben, se encuentra en el bellísimo antiguo Pabellón de Estados Unidos, al lado del Costurero de la Reina. La hospitalidad es allí una hermosa costumbre, y gracias a ello estuvimos paseando, antes de la presentación, por las galerías del pabellón. En estos días se acoge una exposición curiosísima que hizo que, como decía Neruda, sacáramos el niño que vive dentro de nosotros.

Se trata de una valiosísima exposición de clicks de Playmobil, “El mundo en un click”. A servidora le recordó a Madurodam, el parque en miniatura que se encuentra en Schevenigen, en Holanda. Cuando era una niña, mis padres lo visitaron y yo soñaba aventuras viendo aquellas fotos, tanto que no paré hasta que muchos años después fui a visitarlo. Pues bien, esta exposición recrea escenas de lo más variadas e hizo que no despegáramos la nariz de la vitrina ninguno de los adultos que allí estábamos hasta la hora justa de la presentación. Aquello creó un ambiente tan espiritual que después trasladamos todos en nuestro ánimo al salón de actos, haciendo que fuera mucho más cálido de lo habitual.

Me explicaba mi querido amigo Luis García de Tejada, que además de lo curioso de la exposición (que lleva ya miles de visitantes) se hace por una buena causa. Los beneficios, por deseo de los organizadores de la misma, la asociación de coleccionistas de clicks CLICKERS, van directamente a Cáritas, al Banco de Alimentos y a la Asociación Autismo Sevilla. Obviamente, eso la enriquece mucho más.

Yo le aconsejo de corazón que vayan a visitarla, con niños y sin ellos. pero sobre todo con el niño que tenemos atrapado dentro de estos corazones llenos de preocupaciones y estrés. Paseen sin prisa, recréense en las escenas. Sueñen e inviten a soñar a los que le rodean. Se harán un gran favor a sí mismos, pero además estarán contribuyendo a que aquellos que la suerte les ha vuelto la cara, sonrían también.

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