Curioso Empedernido

Lo mejor y lo posible

Cuando abrimos nuestras mentes a otras posibilidades, nos cuesta menos tomar decisiones y encontramos ventajas que antes no habíamos contemplado

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En la vida como en la política, hay demasiadas ocasiones en las que lo mejor es enemigo de lo posible. Sabemos que en el equilibrio está la virtud y las soluciones reales no contentan a nadie totalmente si quieren  ser útiles a todo el mundo.

Si queremos encontrar el mejor y menos malo de los caminos, debemos ser conscientes que nuestras posibilidades de cambio son enormes y casi siempre más grandes de lo que imaginamos. Tenemos que  ser caminantes dispuestos a mirar las cosas desde otra perspectiva.

Cuando abrimos nuestras mentes a otras posibilidades, nos cuesta menos tomar decisiones y encontramos ventajas que antes no habíamos contemplado. Entre sensaciones, conocimientos, emociones y experiencias, debemos aprender a relativizar las cosas, a que ninguna ley se puede convertir en universal por el mero hecho de la observación. Cuando los planes cambian para bien, debemos dejarnos llevar por ellos y no darle vueltas a lo que no se ha podido hacer por las circunstancias.

A veces lo mismo a lo largo del tiempo nos provoca el efecto contrario, lo que antes nos inspiraba ternura ahora nos irrita. Hay momentos malos, en los que dominan la escena los corrosivos y revanchistas, ingenuos y estúpidos, ignorantes e ilustrados que son el caldo y cultivo ideal para los manipuladores populistas.

Hay otros en los que nos sentimos vivos e inteligentes aunque seamos pequeños e insignificantes y abrimos nuestras mentes a mundos nuevos que merecen ser explorados, descubriendo lo que debemos considerar prioritario y lo que no., lo que se construye y lo que se destruye.

Evaluar y analizar nuestros errores  con el firme propósito de no repetirlos, es el comienzo  de una estrategia acertada,  que nos suele aventurar buenas expectativas. De vez en cuando es sano y saludable romper con la rutina y cambiar nuestro chip para conectar con el mundo de lo imprevisto.

No es tampoco perjudicial para nuestra salud manejar con soltura las situaciones de tensión como si no fueran con nosotros, y permitir un escenario en el que todos tengamos posibilidades de realizar nuestros  planes y comprobamos que nos ahorramos sufrimientos  entre golpes de efectos y parafernalias.

Cada día nos sentimos más escépticos al comprobar que muchos de los nuevos liderazgos no se fabrican en la calle en contacto con la gente y sus problemas, sino que son producto de un montaje mediático y de la capacidad para moverse con habilidad en las redes sociales.
 

También descubrimos con los años que no debemos dejar de reclamar y protestar, pero que hemos de intentar hacer algo más para que las cosas cambien para que la ciudadanía no continúe sintiéndose incomoda, indignada y desorientada.

Conforme avanzamos se nos abren un abanico de oportunidades que hemos de saber aprovechar  y disfrutar de todo lo bueno que la vida nos ofrece, para logar lo mejor dentro de lo posible. Debemos afrontar los hechos y actuar en consecuencia, sin perdernos en quimeras imposibles o sueños irrealizables.
 

No conformarnos ni resignarnos ante lo que creemos inevitable y ante lo que parece que no tiene remedio. Hemos de luchar siempre y ser lo suficientemente coherentes para mantener nuestros compromisos por muchas presiones de las que seamos objeto. Sin abundancias y excesos, vítores y aclamaciones, quizás lo más positivo para nuestro equilibrio, sea divertirnos sin más complicaciones. Ser capaces de aceptarnos tal y como somos y sacar el máximo provecho de cada situación.
         

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