Opiniones de un payaso

Carteia

El pasado fin de semana fui a ver con mucha ilusión el yacimiento arqueológico de Carteia, en el término municipal de San Roque, y sufrí una gran decepción. El acceso estaba cerrado y bien cerrado. Aunque esto no es lo grave, teniendo en cuenta que me presenté a una hora quizá inadecuada. Lo grave..

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El pasado fin de semana fui a ver con mucha ilusión el yacimiento arqueológico de Carteia, en el término municipal de San Roque, y sufrí una gran decepción. El acceso estaba cerrado y bien cerrado. Aunque esto no es lo grave, teniendo en cuenta que me presenté a una hora quizá inadecuada. Lo grave es que el lugar estaba, en mi opinión, tremendamente abandonado, sin ni siquiera un cartel a la entrada con alguna información de utilidad para la gente, entre ella la del propio horario de apertura del recinto.
Hacía años que no iba por allí y, por tanto, ignoro el estado de conservación en el que se encuentra este enclave de gran importancia patrimonial e histórica, no solo para los que somos campogibraltareños, pero, desde luego, la impresión que me llevé de esta reciente y frustrada visita me inclina a ser pesimista.
Para quien todavía no lo sepa, Carteia fue un asentamiento de origen púnico fundado hacia el siglo IV a. C. y más tarde la primera colonia latina fuera de suelo itálico, a partir del siglo II a. C. Una ciudad que se erigió en testigo de relevantes episodios de la historia de la Antigua Roma y por la que pasaron personajes de la talla de Sexto Pompeyo, hijo de Gneo Pompeyo Magno, tras la batalla de Munda, huyendo de César, en el 45 a. C.
Es una pena el daño que causa a este yacimiento, y sobre todo a las posibilidades que ofrece, el entorno en el que se sitúa. Un rincón de esta comarca del Campo de Gibraltar que hace poco más de medio siglo debió ser un paraje natural espléndido –me lo imagino casi de ensueño– con vistas a la bahía y a Gibraltar y que hoy día, lamentablemente, aunque conserva cierta huella de su pasado encanto –por aquello de que el que tuvo retuvo–, se puede afirmar hasta que apesta. Y es que la presencia del polígono industrial flaco favor hace a todos los esfuerzos realizados y por realizar para la puesta en valor de este bien de interés cultural que estamos obligados a proteger y preservar como si de una sagrada reliquia se tratara.
No estoy diciendo con esto que deberíamos desmantelar las industrias emplazadas en esta zona para volver a convertirla en algo así como un lugar paradisíaco. Ni muchísimo menos. ¡Aunque ya me gustaría! Si un gran error fue en su momento, en tiempos de Franco, allá por la década de los 60 del pasado siglo, autorizar la implantación de tal monstruosidad en pleno centro de esta comarca, mayor error podría ser ahora echar a las primeras de cambio el cierre a ese emporio petroquímico, que –a pesar de la actividad económica y los puestos de trabajo que genera– la mayoría de los ciudadanos denostamos, sin planes alternativos de desarrollo a corto, medio y largo plazo.
Pero, desde luego, sí estoy diciendo que se debe hacer mucho más de lo que se hace por cuidar, mantener y explotar –dicho sea en el buen sentido– los restos de un núcleo urbano que tienen tras de sí dos mil quinientos años de antigüedad y que por sí mismos contribuyen, o podrían contribuir, a dar mayor notoriedad a esta comarca. Para ello solo es necesario que tanto el  Ayuntamiento de San Roque como la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía pongan algo más de su parte. Y, sobre todo, que ambas instituciones sean capaces de implicar aún más en la tarea a todas esas grandes empresas ubicadas junto a la desembocadura del Guadarranque que obtienen beneficios millonarios mientras con sus grandes instalaciones –plantas, estructuras, tuberías y chimeneas gigantes– afean, cuando no destruyen, nuestro hábitat.

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