Opiniones de un payaso

Los datos de la EPA

Esta semana hemos conocido el contenido de la EPA –Encuesta de Población Activa– correspondiente al tercer trimestre del año en curso. Y hemos de felicitarnos. Teniendo en cuenta la que ha venido cayendo durante el último lustro, los datos de la misma pueden considerarse un poquitín buenos. Pero...

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Esta semana hemos conocido el contenido de la EPA –Encuesta de Población Activa– correspondiente al tercer trimestre del año en curso. Es decir, correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre. Y hemos de felicitarnos. Teniendo en cuenta la que ha venido cayendo durante el último lustro, los datos de la misma pueden considerarse un poquitín buenos. La tasa de paro baja por primera vez del 24 por ciento desde 2011, situándose en un 23,67 por ciento, y esta bajada debe tomarse como una noticia más o menos esperanzadora. Aunque, eso sí, no tanto como para descorchar una botella de champán y afirmar que somos poco menos que el no va más de Europa. Pues, si bien es cierto que la tasa de desempleo, efectivamente, se ha situado casi en los niveles de hace tres años, también lo es que el número de parados sigue siendo mayor que entonces.
Como siempre, los datos tienen su trampa. Y tienen su trampa porque como he expuesto, en más de una ocasión a través de esta misma tribuna, cualquier indicador socioeconómico dice en sí muy poco si no se coteja con otro u otros indicadores para obtener una más exacta percepción de lo que se mide, estudia o analiza.
Es verdad que se ha generado empleo –independientemente de que pueda considerarse más o menos digno–, pero también lo es que la población activa (esto es, el número de personas en edad de trabajar) continúa descendiendo.
Sí, se han creado puestos de trabajo, no se puede negar lo evidente, pero trabajo precario, muy precario.  Como lo demuestra el hecho de que la mayoría de los nuevos contratos que se formalizaron durante el período en cuestión fueron de carácter temporal, al tiempo que caía el número de contratos indefinidos. A lo que se han de sumar dos detalles nada insignificantes: que los meses de los que estamos hablando son los de verano y que la actividad en el sector turístico durante ese período, como era de esperar, ha batido records.
Para tener una idea de dónde estamos a día de hoy no hay más que recordar que en los albores de la crisis el número de ocupados en España superaba los 20 millones y cayó en 2013 por debajo de los 17 millones, aunque ahora alcanza la cifra de los 17.504.000.
Pero también se ha de contar con otro dato no menos importante para valorar la coyuntura actual en sus justos términos. A saber, que en esa lista de los ciento cincuenta y un mil ocupados más de los que nos informa la EPA encontramos un gran número de personas que sólo ha tenido un contrato de unas pocas horas como mucho a lo largo del trimestre y, aun así, ya pasa de las estadísticas del paro a las de quienes tienen o tuvieron trabajo, no contabilizándose como desempleado.
Igual que se ha de considerar otro factor no menos relevante: el referido a los salarios de pena que se están pagando. Un problema éste –no de otro modo puede catalogarse– que está dando lugar a que en este país veamos situaciones que son propias de economías del Tercer Mundo, tales como la extensión de la pobreza, no ya entre los sin empleo, sino también entre los que trabajan. Y todo gracias, por cierto, a una política económica que postula la idea difícilmente rebatible de que mejor es tener un trabajo de mierda que no tener nada, curiosamente defendida por gente con unos trabajos estupendísimos y unos sueldazos que ya para sí muchos quisiéramos…

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