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Un año ya

Bien predica quien bien vive”. Parece que el loco Quijote estaba más en lo cierto de lo que Cervantes muchas veces nos hizo creer

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Bien predica quien bien vive”. Parece que el loco Quijote estaba más en lo cierto de lo que Cervantes muchas veces nos hizo creer. Y es que, la realidad nos confirma que desde el sillón del poder, desde el sueldecito apañado asegurado todos los meses y desde la responsabilidad de una firma, parece que la realidad que se cuenta es bien distinta.

Bien predica quien, otrora, cantaba las maldades de quien no hacía sino lo que ahora él mismo continúa. Bien predican algunos un año después de haber vendido que todo estaba mal y con él, acabaría la pena, la miseria y el mal endémico. Bien predican ahora quienes, ahora, viven bien.

Y es que, siguiendo con el castellano personaje, en El Puerto hemos experimentado que “la falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde”.

Otros más experimentados hacen balance de este primer año del nuevo mandato corporativo, incluso los propios partidos han debatido sobre el estado de la ciudad. Ya Don Quijote de la Mancha lo veía venir. Quizá sea tarde, pero nunca lo es del todo.

Ha pasado un año y aún parece que oigo el “hola chico”, de Damián, la terremota fuerza de Yolanda, el “bichito cómo estás”, de Susana o el “te queda un caramelito” de Alejandro. Parece que fue ayer cuando escuchaba el “Joselito qué estás escuchando” de Patri o el “Jose ven, porfa”, de Germán.

Aún recuerdo las risas con Miguel y Reme o el “hola, tengo un problema”, de Javi. Las confidencias con Rosa, las bromas con Mariló… sí, echo mucho de menos todas esas cosas que, solo hace un año eran el día a día y que, hoy, son recuerdo. Recuerdos de aquellos buenos días tan sonrientes siempre de Juan, de las visitas de los compis, del olor de la mopa de María cada dos de la tarde, de la contagiosa sonrisa de Toñi y Charo…

Ha pasado un año y parece que fue ayer cuando escuchaba gritos e insultos cuando entraba o salía de mi trabajo, cuando pasaba desesperantes horas en el Salón de Plenos. Un año ya de muchos años atrás.

Pero sí, parece que era ayer mismo cuando envolvía las horas entre notas de prensa, escritos, discursos, guiones… Parece que era ayer cuando Fran te contaba los avances de su pequeño, o cuando Paco te hacía el análisis más sorprendente en el momento menos esperado, o cuando María del Mar te perseguía todas las mañanas en persona o por teléfono.

Un recuerdo vivo de la alegría que entraba por las puertas cuando “la presi” llegaba toda arremolinada. El incesante final de Carlos, las aventuras de Adrián, los “perdona pero es que me acaban de pedir de Cádiz” de Teresa… Un año ya y, como decía al principio “bien predica quien bien vive”.

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