Hablillas

Pandora

Y es que el papel lo admite todo, como la pantalla, donde un escrito da la vuelta al mundo en cuestión de segundos.

El título resulta tan evocador que no puede desligarse de la mítica vasija convertida en caja por la tradición oral que guardaba todos los males del mundo, la que abrió la mujer de Prometeo rendida a la curiosidad y que arrepentida cerró rápidamente quedando en ella la esperanza. Es la que conocemos, sin embargo hace unos días encontré otra en un recorte de periódico.

Cada cierto tiempo revisamos el archivo, porque si no lo hacemos nos comerían los papeles. Pero no siempre encontramos el momento o la ocasión. El caso es que la intención se deja invadir por la pereza o la prisa de la urgencia y el aligeramiento y el reciclaje se quedan para otro día. Sin embargo sucede que a veces se escapa un recorte cuyo vuelo en espiral desata la curiosidad por revivir un recuerdo.

Recientemente, de una pila de periódicos salió volando Pandora, un recorte firmado con este seudónimo, yacente bajo un poema titulado “Romance del Ciego”. Sobre el fondo amarillento, los versos cantaban y contaban la situación del momento, un momento de 1984, por el edicto que figuraba detrás. Encontrado en un buzón de correos, fue enviado al periódico muy resumido, con los fragmentos que el remitente consideró más oportunos y críticos. Su contenido social reflejaba la crónica de unas elecciones cuyo resultado no fue del agrado del autor, que prefirió el anonimato de tan atractivo pseudónimo.

Sin insultos pero enérgico, sin señalar pero tirando a dar, sin nombrar pero nominando demostró su buen hacer en poética y su mala leche en política, como señalaba la pequeña introducción, subrayando el rigor en el tratamiento del tema. Al leerlo observamos su rabiosa actualidad aunque hayan pasado treinta y tres años, si bien las formas han cambiado, porque hoy pocos firmantes tienen en cuenta la sensibilidad del lector.

Y es que el papel lo admite todo, como la pantalla, donde un escrito da la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Con las nuevas tecnologías este romance no habría llegado al Saporito, precisamente por su corrección, porque no es descarado ni  soez. Sin embargo el papel lo llevó a toda la provincia durante un día, tiempo más que suficiente para inmortalizarlo. Recordándolo, surge la curiosidad referente a la identidad de su autor, perdida y sin posibilidad de encuentro.

Nos preguntamos por qué la dejó en aquel buzón, si vio publicado el romance, si fue tema de conversación, si participó en ella sin descubrirse. En fin, nunca sabremos las respuestas pero lo que sí sabemos es que generó opinión porque el periódico consideró que aquellos versos se incluyeran en la rotativa que echó a andar la noche anterior.

Con el cierre del romance termina la hablilla. Gracias, Pandora, por  su valentía. Seguro que le habría encantado verse de nuevo sobre el papel. Permítamelo. “En calzón van pensionistas / en perneras los obreros / empresarios en pelotas / contribuyentes en cueros / Los ladrones a la calle / los tontos al ministerio / los ministros en Mercedes / los electores al huerto / De mirar tanta desdicha / un día me quedé ciego / y para ver tanto engaño / de verdad que lo prefiero”.

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