Sálvame

Llama la atención cómo aquellos que glorían las estudiadas campañas de márketing de los populismos se lleven sobresaltos cuando ven a otros políticos en determinados escenarios televisivos. Y se me ocurría tras la que se ha liado porque Pedro Sánchez participara en el original ‘Salvame’ que quizá el

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Llama la atención cómo aquellos que glorían las estudiadas campañas de márketing de los populismos se lleven sobresaltos cuando ven a otros políticos en determinados escenarios televisivos. Y se me ocurría tras la que se ha liado porque Pedro Sánchez participara en la versión original de ‘Salvame’ que quizá el pobre hombre erró por no acudir a algunos de los ‘sálvame’ políticos que monta La Sexta. Será eso; que Telecinco y Jorge Javier no son tan buenos como los histriónicos y sobreactuados actores que el señor Lara tiene disfrazados de presentadores de informativo en su cadena ‘de izquierdas’. O quizá que no es igual que Belén Esteban ponga verde a Paquirrín a que se vean las caras y se pongan todavía más verdes los ‘marhuendas’ y los ‘podemos’.

Por no llevar la reflexión hasta determinados extremos, que eso de los extremos nunca llevó a ningún buen sitio, resumiré que esa doble moral que inunda amplios sectores absolutamente acríticos de nuestra sociedad permite y multiplica la manipulación de quienes controlan los temas de debate público, a saber la derecha mediática de este país, la misma de la que se sirve, a sabiendas, el movimiento populista en su propio favor, porque así lo permite la propia caverna. Para manipular a miles de almas cándidas. 

Lejos de querer hablar de la situación actual del periodismo, cosa que nos pondría melancólicos si no es que nos daría para pedir cita en un psiquiatra, me dispongo a reflexionar sobre la comunicación y sus técnicas de impacto tan a voz de pronto como enredan cualquier asunto los sesudos tertulianos de esos programas de La Sexta. Y así a voz de pronto, debemos felicitar el genio a los responsables de comunicación de Pedro Sánchez, al parecer una empresa privada que paga el secretario general del PSOE por no ser candidato aún de la formación, y que está logrando estas semanas dar a conocer a velocidad de vértigo a esta nueva cara de la política.

Estos días hemos sabido que su directa asesora política es una joven de apenas 30 años que Sánchez conoció durante un viaje a Barcelona en el que se ella se ofreció al socialista. Verónica Fumanal, formada en Ciencias Políticas y Marketing Político, fue la misma mujer que trabajó con aquel Albert Rivera que se quedó sin ropa en la primera campaña de Ciutadans. Ella es la que aconseja a un Sánchez que, según cuentan, es tan espontáneo que todo resulta mucho más fácil. Parece que entre ambos decidieron espontáneamente que Sánchez llamara en directo a ‘Sálvame’ esta semana, horas antes de que el nuevo líder del PSOE se sentara con las hormigas de Pablo Motos. El programa de Antena 3 batió máximos. En twitter, los impactos (las menciones  a Sánchez, buenas y malas) se multiplicaron por miles. ¿Fue acertado? El dicho asegura que es bueno que hablen de uno; como sea, pero que hablen. Sánchez, desde mi punto de vista, acertó. ¿No queremos acaso espontaneidad y naturalidad de los políticos?

Los de la caverna venían a decir esta semana, tirando de McLuhan, que “si el medio es el mensaje”, en televisión “hay formatos no aptos para la reflexión y el debate político”. Pero el debate, y ellos lo saben, es mucho menos de fondo que todo eso. La pregunta es mucho más sencilla, tanto como burda : ¿qué diferencia de fondo hay entre lo que persiguen ‘Sálvame’ y ‘La Sexta noche’? Seré torpe, pero no la encuentro.

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