La marca rumana Dacia se ha revelado como toda una sorpresa. Partiendo, como lo hizo, de un concepto de vehículo barato, para capas de población primerizas en la movilidad, hoy es el referente del dinamismo de las ventas en toda Europa.
Buen precio y crisis, sin perder de vista una dignidad de producto que no oculta lo que es, combinación perfecta para estos tiempos obligatorios de tentarse los bolsillos.
De la gama de Dacia, un referente indiscutible es el todocamino Duster, no tan intenso en ventas como el compacto Sandero, pero con unos registros que lo ponen en los escalafones altos del segmento.
Dacia y precio son elementos indisolubles en esta firma del Grupo Renault, por eso los franco-rumanos han sido capaces de llevar al Duster una remodelación coqueta y resultona, sin romper con el estandarte de las tarifas, que tan buen resultado parece darles.
No es un nuevo Duster, pero sí está muy mejorado, tanto dentro como fuera. Se ha vestido para la fiesta del mercado con atavíos pret a porter, con total ausencia de exclusividades de lujo, que le sientan bien y le dan más empaque.
Las afueras del coche no varían las formas originales, pero los habituales recursos del rediseño de la calandra, dos bandas cromadas, bajar la rejilla de entrada del aire y los faros de doble óptica con luces de día, conforman un aspecto más cercano a los referentes en elegancia algo más cara del segmento.
No se quedan ahí los maquillajes, pues unas nuevas barras en el techo, con la firma del modelo rotulada, llantas de aleación de 16 pulgadas, la nueva banda trasera, un tubo de escape cromado y el modificado distintivo 4WD, ponen la faceta novedosa en la vertiente del todoterreno, junto a la arquitectura global de la carrocería, en la que sobresalen, sin cambios, los macizos y relevantes pasos de rueda.
Pero si en el exterior, el Dacia Duster se apunta buenos tantos de modificación, el salto de calidad del habitáculo queda algunos codos por encima de lo que se ha estilado hasta ahora.
Un buen puntazo para el modelo es el nuevo salpicadero y la consola central se ha dotado de montantes verticales, un signo de modernidad.
Añadidos decorativos son las tonalidades más oscuras de la decoración interior, unos asientos que adoptan un nuevo diseño, sobre todo, por la modificación y refuerzo del respaldo de la banqueta trasera y una selección de cuatro tapicerías -de la que una de ellas puede ser de cuero- y en las que se ha bordado también el nombre del modelo.
No se han descuidado reformas ergonómicas de agradecer para el conductor, como la nueva ubicación en las puertas de los dispositivos de apertura y cierre de los elevalunas, ahora mucho más accesibles que antes.
No quedaría completa la reforma del interior sin la alusión a la pantalla táctil en el centro de la consola, que admite dos variedades de conectividad, la opcional Dacia Media Nav, que acoge la tecnología Bluetooth y el sistema de navegación en doble y triple dimensión, y la de serie, el Dacia Plug & Radio, a la que se agregan un lector de CD compatible con formato MP3 y tomas USB.
El Dacia Duster no modifica las cotas de habitabilidad ni tampoco la capacidad de carga del maletero, que hacen de la vida a bordo, un punto bien concebido del coche para un pasaje, mejor de cuatro, que de cinco pasajeros.
Se hace preciso pasar de las generalidades a las concreciones y hay que empezar por la versión motriz probada, la diesel dCi de 110 CV con tracción integral 4x4, el tope de gama. No hay variaciones motrices, salvo en lo referente a la introducción del propulsor de gasolina 1.2 TCE de 125 CV, otra producción del complejo fabril de Valladolid. Dentro de este ciclo, con una cilindrada de 1.6 litros y 105 CV, se da una opción de uso mixto con Gas Licuado del Petróleo (GLP).
El motor de la unidad de prueba ya está suficientemente contrastado como para encontrar ahora variaciones sensibles respecto al comportamiento en otros modelos del Grupo. Hay que limitarse a reiterar la fiabilidad de su comportamiento, la facilidad que tiene para recuperaciones suficientes con las que agilizar dentro de un perfecto orden las maniobras en marcha.
Dacia, o Renault, dicen, que se han operado sensibles mejoras en las condiciones acústicas del coche, uno de sus puntos débiles, aunque tampoco es cuestión de incidir en algo de lo que la marca no ha presumido.
El Duster es un todocamino con exigencias para rodar por tierra y barro bastante superiores a otros modelos de la competencia de más campanillas externas.
En primer lugar, encuentra alianza en unas cotas todoterreno sumamente fiables para sortear obstáculos de una dificultad algo más que media. Luego, es preciso contar con una conexión automática, desde el dispositivo propio en la consola central, de la tracción integral, que reparte el par entre los ejes delantero y trasero; y por si la cosa se pone más difícil admite un sistema de bloqueo con lo que el reparto del par entre trenes se estabiliza en el 50 % para cada uno, factible para superar pendientes pronunciadas o terrenos muy embarrados.
Para una circulación estándar por asfalto en condiciones climatológicas normales, el Duster admite una posición de tracción a las ruedas delanteras (2WD), con la que se puede ahorrar consumo.
El Duster incluye ahora de serie el control dinámico de trayectoria y añade el sistema de frenado de emergencia al antibloqueo de ruedas ABS.
La gama de opciones se enriquece con unos neumáticos mixtos específicos para circular con nieve y barro y sensores de aparcamiento trasero.
Con todo lo metido y lo que se puede meter en esta renovación, el precio del Duster no tiene parangón y, para corroborarlo, solo falta poner el ojo en los precios de su competencia directa.
Sobran más comentarios, pues el mercado ya ha hablado.
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