El Dedo

Se equivocaba

Ay, “se equivocaba la gaviota, se equivocaba”, y puso a su ave más carroñera a dirigir la bandada

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Al final va a resultar que Maduro no mentía cuando decía que le hablaba un pajarito. A mí también me ha hablado uno, bueno más bien es una gaviota ¿Se equivocará esta gaviota? no, esta no se equivocaba. Me cuenta la gaviota que anda por ahí piando otro pajarillo, antaño gaviota, vendiendo sus bondades a quien lo quiera escuchar.

Este pajarillo con plumas de gorrión, pero intenciones de pajarraco, vende un canto, pero, a su vez, negocia con su antigua bandada de gaviotas un puesto arriba en el alambre.  

Se torna el canto, chantaje. Y las gaviotas, que suelen ser aves asustadizas, se asustan del aleteo del pajarraco y se plantean cobijarlo en el grupo. Pena me da ese polluelo que desde debajo de las alas del pajarraco no se entera de nada, pensaba aprender a volar, exhibido como trofeo y lo mismo no llega ni a saltar si el pajarraco se torna gaviota.

Ay, “se equivocaba la gaviota, se equivocaba”, y puso a su ave más carroñera a dirigir la bandada. Se equivocaba la gaviota, se equivocaba. Las gaviotas jóvenes pasan delante y en su afán de volar alto y veloz se olvidan de la bandada.

Se equivocaba la gaviota, se equivocaba. Y llegará la gaviota carroñera a su destino, pero cuando se gire verá que ha llegado sólo o con menos compañeras que otras aves y entonces todos se lamentarán y verán que se equivocaba la gaviota, se equivocaba.

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