Y la burra al trigo. Por más que se empeñe uno en intentar que los ediles que forman nuestra corporación municipal se pongan de acuerdo para sacar nuestra maltrecha ciudad adelante, no hay manera de conseguirlo.
Están en ese momento, para ellos idóneo, de dame pan y dime tonto, pero que en esta ocasión no va a funcionar, porque los portuenses estamos cansados de tanta ofensa y de tanta crítica por parte de todos los partidos. De vergüenza, para echarlos, el comportamiento de algunos respecto al rival político, y no enemigo como pretenden hacernos ver.
El Puerto de Santa María se merece una corporación con más sentido de la responsabilidad, con más respeto a los valores democráticos y menos egoísmo personal y partidista. En estos días le ha tocado el turno a la empresa municipal Impulsa El Puerto como le tocó antes a Suvipuerto, pero hay que tener en cuenta que todos los partidos políticos han estado formando parte de su consejo de administración y, por tanto, todos son responsables del fracaso, la quiebra y la ruina en la que se encuentran inmersas, bien haya sido por obra o por omisión.
Si, como dicen, Independientes Portuenses dejó un superávit de casi veinte millones de euros en Impulsa al terminar su mandato, ¿cómo es posible que se lo hayan pulido en tan poco tiempo? En la corporación municipal aún queda algún miembro del extinto IP que bien podría explicarlo.
Y qué decir de la empresa Suvipuerto que, con más de 30 años de existencia, solamente ha sido capaz de construir un puñado de pisos y todavía siguen arrastrando deficiencias.
Quizá algún día escriba sobre el Patronato de la Vivienda Nuestra Señora de los Milagros cuyo gerente, Manolo Rebollo, con sólo tres empleados a tiempo parcial, fue capaz de edificar casi cuatro mil viviendas en un periodo de 25 años.
Así pues, déjense de chorradas y pónganse a trabajar que para eso les pagamos.
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