El poder II

Dejar limpia una sociedad es tarea compleja y nada fácil, como despiojar una cabeza de pelo ensortijado

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Se llega por muchos caminos al cargo y se aguanta en él por una dosis de sabio equilibrio: el juego de la política no es de tontos y, el que lo es, enseña el plumero de forma lamentable. Cuando un tonto se cuela en el concierto, su principal deformación suele ser la de chorizo, como a la vista está, porque confunde el poder con las llaves y pierde la sensación de ridículo. Esto aparece tan patente, que la democracia a veces está confundida con un concurso de voces, pero no de comportamientos. Para las elecciones, sin títulos académicos que avalen y sin complejos, se establecen unas redes en que se atrapan buena parte de los mediocres de una sociedad con cierta facilidad y sin grandes esfuerzos. Lo difícil será dedicarlos a algo útil que devuelva renta. Voy de pesca, decía uno portando el voto.

Dejar limpia una sociedad es tarea compleja y nada fácil, como despiojar una cabeza de pelo ensortijado. Debemos echarle paciencia y ser muy ordenados.  Con un corrupto que se escape, se volverá a contaminar el medio, y todo perdido. Y más si se trata de clase distinguida, que sube el mal ejemplo. No será fácil si sigue ostensible. Los corruptos amañarán todo bajo apariencia suicida de cambio para que todo siga igual y los mismos aguanten la carga. Nadie se cambia espontáneo si renuncia a privilegios asentados. El discurso de lo justo no servirá de nada ni lo sensato marcará la recta de conducta, más bien todo tenderá a repetirse tozudo siguiendo el mismo patrón de conducta. Y produciendo las mismas consecuencias.  Surgirán grupos ambicionando los mismos privilegios, persiguiendo sobresalir y deseando lo propio y lo ajeno en un gran caos que no admitirá solución por las buenas. ¿Quién aparecerá que alumbre con su luz y con su fuerza imponga un orden que solucione y ajuste?

No será fácil, no.  El más débil pagará a manos del fuerte y el conformismo será un tesoro buscando lo menos malo y aceptando una pequeña injusticia que nos ampare de otra mayor.  Todo lo más se pondrá a la luz lo despreciable, pero no será posible apartarlo, y el corrupto para seguir insistiendo en sus tendencias. Y tras el revuelto inmediato, se seguirá el orden de nuevo con que comenzó, para quedar el mismo corrupto en su movimiento y en su porte. No será fácil ¿y quién pondrá el cascabel? ¿Y quién pondrá la dialéctica que persuada o fuerza que obligue como último extremo? Estamos condenados a corruptos o un milagro, como una pandemia que se enreda en el pie de los hombres. De la corrupción, como de un pozo, urge una fuerza externa que nos libre; solos no es posible y éste es el peor matiz que ostenta.

La propia estima, el amor propio, el egoísmo. Acumular en exceso sin ver el final de nuestra obsesión, dejando a los demás en la indigencia, va seguido de altanería y desprecio. Tanto tienes tanto vales, que ha revuelto en la historia tantas veces al hombre y le remueve los posos y lo revuelca en bajeza. El progreso moderno fue aprovechado en la última guerra mundial, donde aumentó la capacidad del mal en la misma medida. Imposible reconducir los hechos y volverlos a cotas de razón, todo es consecuencia de la cadena que fluye sin cesar. El hombre puedes ser más malvado cuanto más preparado; y más bondadoso en determinadas parcelas. Por eso es aconsejable esperar la espontaneidad de la vida y ponerse al pairo con el hombre y sus cosas. Algunos tienen una tendencia muy clara al poder y hacen intentos continuados y retuercen y acoplan las circunstancias hasta que alcanzan la cota que desean; suelen interesarse por la política porque se ha convertido en camino fácil para el lucro y cómodo para llegar a las luces de cada cual. Sólo se necesita una manga ancha y una decisión clara, que lo demás sólo se toma. Lo llaman vocación.

Está pendiente una recopilación de conductas de personajes recientes de nuestra historia que se editen y se lean como ejemplo unas veces y escarmiento otras de familias que han sido ejemplo y de otras que se han pasado, todo escrito desde la honestidad, que se vean modelos desde el pueblo.  Así todo cae en el olvido y es bueno celebrar lo que es digno y poner en cuarentena lo que en justicia lo merece. Es arte noble el de la política, lo dijo ya el clásico, y no existe vara de medir el mínimo. Tiene mérito el honesto en esta vida porque recibe pocos alicientes. Y los hay, pero no se ven porque los tapan los que alardean. Honra a estos santos en la sombra, vivimos de ellos y sostienen la belleza de la vida. Si los quitáis no quedará nada. La virtud, siempre lo digo, en la madre y en la escuela, que crean los hábitos nobles que durarán siempre y darán calidad a las conductas. Después, ya nada.

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