La otra pintura de Alcaide: Historia Gráfica de la Cuenca Minera

Reproduzco aquí parte de un artículo mío nunca publicado, junto con otras notas y comentarios de otros autores, con motivo de la exposición: Antonio Romero Alcaide, Antología, Historia Gráfica de la Cuenca Minera, que se puede contemplar en el Museo Vázquez Díaz este mes de agosto.

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  • Una de las obras de Alcaide -

En 1979 escribí un artículo sobre Alcaide (Nerva, 1929 – 2009),  que titulé como este “la otra pintura de Alcaide”. El artículo debía publicarse en una revista “La mandrágora”, que nunca llegó a ver la luz. Se trataba de una revista de información local, que tendría una sección “Un personaje, una obra”. Para realizar el susodicho me personé en su estudio, como casi todos los que han escrito sobre él después. Salvo algunas apreciaciones sobre su forma de pintar y las técnicas empleadas, casi todos coincidimos en resaltar en los escritos su humildad, el orden y confort de la estancia (que es una proyección de su vida y obra) y su deseo de no exponer las pinturas y dibujos, como él mismo cuenta: “Hay muchos artistas que no les gusta realizar exposiciones, no sólo es condición mía, sino que soy enemigo del protagonismo, a mi me gustaría que se realizaran muchas exposiciones, pero, que las hagan otros. No me gusta el protocolo de una exposición, ni los halagos, siempre me ha molestado esas cosas y las exposiciones que he realizado han sido todas por compromisos.”

Alcaide decía tener un maestro: la Naturaleza, “Mayormente lo que aprendí tanto en la Escuela de Bellas Artes de Nerva, como en la de Santa Cruz de Tenerife, fue Dibujo, después en el color ha sido la Naturaleza mi maestra”. Su primer cómplice en estos menesteres fue Manolo Villalba, que le enseñó las primeras técnicas del dibujo y por el que sentía especial afecto. La Escuela de Bellas Artes de Nerva a la que se refiere estaba regentada por Manuel Fontenla y son sus compañer@s de clases Rosario Moreno, Sutilo, Joaquín Jiménez, Manolo Vázquez, etc.

Pintor de oficio por excelencia, de oficio bien aprendido. Alcaide recoge en esta “otra pintura” el quehacer diario basado en el conocimiento artesanal de lo que es la pintura. El pintor se fabricaba sus lienzos a base de telas y colas para conseguir con ello los matices que caracterizan su obra y que serian imposibles con lienzos del comercio, además de asegurar en extremo la perfecta conservación de tonos con el paso del tiempo. Es un pintor de oficio por su trabajo paciente. Cada lienzo está elaborado en extremo, lo termina con una pincelada fresca y realista que le caracteriza, “Mi pintura, se encuentra dentro de los cánones clásicos; la considero como una pintura suave que huye de los fuertes contrastes.” 

Hablamos del Alcaide paisajista. El del color de nuestra tierra. Hay, sin embargo, otro Alcaide que cuelga en numerosas casas de muchos de sus paisanos y de tantos coleccionistas de medio mundo, impregnados del encargo, del paisaje serrano con lavanderas y riachuelos y pozo, a lo Labrador,  a un determinado tamaño para colgar de un testero de casa, este paisaje o bodegón lo pinta él al gusto del cliente y son fáciles de salir del estudio sin ninguna nostalgia por su parte. Se hicieron muy famosos sus bodegones de gurumelos, que no daba abasto para cumplir y más de uno se quedo sin él. También de buena factura, tiene su buena crítica esta pintura, como lo manifiesta Juan Delgado para el periódico <La Noticia>, con motivo de una exposición en 1984, “Atrae la sencillez de los temas, la mesura expresiva, la emoción bucólica, apacible, con lo que el artista sabe captar la realidad, apenas subjetivada, pero siempre con el sello indeleble que transforma todos los paisajes y los convierte en caminos abiertos y gozosos hacía la paz y la ternura…Los pueblos pequeños y hermosos de la Sierra de Huelva -Campofrío, Linares, Valdelarco, Traslasierra, Zufre, Berrocal, La Corte de Santana, Las Ventas, Aguafrias...-silenciosos y pródigos, son los protagonistas de estos cuadros donde la misma sombra, ofrece un contraste de luces regaladas que transforman el paisaje en un continuo apasionamiento. En los bodegones el color es atemperado y el clima más artificial, matizando y dejando fluir de una manera controlada el trazo para que halle su propia espiritualidad a través del ritmo, del color y la disposición de las espacios. Sus temas, naturales elementales, puros, nos llevan a la belleza de los valores primigenios”.

Pero no es el Artista que buscamos, él también lo aclara: “Yo creo honestamente que el arte es una cosa muy personal y cada uno de nosotros, expresamos nuestras ideas, nuestros temperamentos, nuestros sentimientos, nuestra forma de ser. El arte es una cosa anárquica, cada uno es libre de expresar sus sentimientos, sin trabas por lo que puedan decir críticos u opinar el público, es una cosa muy personal; claro, que siempre hay que tener algo de técnica, pero más que nada, corazón para pintar. Igual que una firma expresa ciertas características fundamentales de la persona, en la pintura ocurre exactamente igual, eso no quiere decir que una pintura sea mejor que otra; hay público para todas las tendencias.”

Son otros los paisajes del esfuerzo por plasmar un reto, por legar una causa mayor a las generaciones futuras. Son la otra obra que tiene el sello de días de trabajo y de estudio, la que me interesa. Su mujer, Maria, me comentó una vez que aquellos cuadros, los más grandes, los pintó en una accesoria que se alquiló. ¿Para pintar su obsesión, para trabajar tranquilo?, me pregunto y es seguro. Alcaide es también y más el que plasma la otra tierra que habitan los mineros en sus labores. Aquellos paisajes cargados de olor a mina.

El pintor llevaba trabajando desde 1976 en un gran proyecto: la representación plástica en el paisaje y  el trabajo minero de nuestra historia pasada. La colección se compone actualmente de más de un centenar de bocetos y dibujos y más de cuarenta óleos que se apiñan en las paredes de su estudio-museo. Cada dibujo, cada óleo es una pieza de nuestra historia que él conoce muy bien porque la ha vivido de cerca, “Esta historia gráfica de la Cuenca Minera, no la considero terminada, ya que poseo aún abundante material para continuar plasmando en mis lienzos otras páginas más recientes de la historia de la minería; es el legado o herencia que le quiero dejar a mis hijos, por esa razón, no está ninguna obra a la venta”.

El humo de las teleras, las mujeres mineras, los niños, los vagones, Filón Sur, Filón Norte, la corta vieja, Riotinto pueblo, los malacates, Nerva desde el cerro colorao, la Naya, fundición Bessemer, la masacre del 4 de febrero, todo está allí en la quietud de las dos dimensiones para ser exponente de nuestro paisaje más lejano y más reciente de los mineros de ahora y de siempre.

Solo una vez, forzado por el compromiso, salió parte de esta colección de su estudio, se conmemoraba el 100 aniversario del año de los tiros”, en 1988, así lo cuenta M.J. Florencio, < De “acontecimiento dentro del acontecimiento” ha sido calificada la exposición pictórica de Antonio Romero Alcaide en el Ayuntamiento de Nerva con motivo del centenario de los humos de Riotinto....éste pintor estaba llevando al lienzo la apasionante historia de la comarca, pero nunca se había conseguido que el autor mostrase el resultado de su esfuerzo. De vez en cuando, como favor especial, accedía a que algún intruso penetrase en su “sancta sanctórum”, contemplase parte de lo que allí iba tomando forma y proclamase a los cuatro vientos su admiración por lo que había visto. Antonio Romero Alcaide se resistía a exponer esta parte de su obra con el argumento de que todavía no estaba acabada. Y así fueron pasando los años, hasta transcurrir diecisiete desde que puso mano a la obra. Sólo ahora, por las especiales circunstancias de la conmemoración del centenario de los humos, el pintor accedió, aún a regañadientes, porque la obra sigue inclusa, a exponer su colección en el Salón de Actos del Excmo. Ayuntamiento de Nerva, y ha sido como una revelación.>

Hay una obra que se complementa perfectamente con esta exposición de la Historia Gráfica de la Cuenca Minera, que pude ver junto a la Diputada de Cultura, Elena Tobar, El Alcalde, Domingo Dominguez y el Concejal de Cultura, Juan Carlos Cerrato. Esta obra colosal habla de su tesón, de su trabajo incansable. Se trata de 4 volúmenes de unos 29 x 33 cms., por 10 de gordo, que diríamos por aquí, hechos a mano: “que son más para ver que para leer”, que dijera Alcaide, citado por Sergio Pablo. Dibujos originales, fotos y textos escritos de su puño y letra se funden para recrear la Historia de las Minas desde los romanos hasta hoy. Obra inconclusa también que debe ver la luz algún día en forma de facsímil. Así quedó sellado el compromiso de los representantes institucionales y la familia. Que no quede en el olvido.

Olvidarte de ti al final de tus días es como abandonar este mundo antes de tiempo, sin poder saborear el resultado de tantos años de esfuerzo y dedicación. De haber vivido hoy, tan humilde fue su andar, nunca permitiría todos los reconocimientos que se le hacen en estos últimos años. Nunca el museo recibió autorización para exponer su obra de forma digna. Irse es como mirar para otro lado, él ya no nos ve y ahora si queremos verlo, este verano es el protagonista de una “antolojia” al decir de Juan Ramón, más merecida por rechazada en vida. Gracias a la familia, a su mujer María, a sus hijos Elena y Antonio porque sin ellos no podríamos disfrutar de la obra de su insigne marido y padre.

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