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Comer compulsivamente: la comida como droga es un problema cada vez más frecuente

Dulces, chucherías, helados... comedores compulsivos relatan el calvario que sufren por su adicción a los alimentos. En Andalucía hay terapias para superarlo

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La compulsión por la comida es un trastorno alimentario que produce la ingesta excesiva de alimentos en intervalos de tiempo irregulares. Este trastorno puede llegar a provocar complicaciones físicas graves y supone la enfermedad psiquiátrica con la más alta tasa de mortalidad, según un estudio de la Revista de Casos Clínicos en Salud Mental.

“Salta la chispa y ya no hay quien te detenga, buscas calmar la ansiedad con esos alimentos insanos”

Para combatir estos casos surgió Comedores Compulsivos Anónimos (OA), un proyecto basado en el programa 12 pasos y 12 tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Para formar parte de él, el único requisito es el deseo de dejar de comer compulsivamente, según su portavoz, que prefiere hablar desde el anonimato.

Se trata de un programa de recuperación. “Nos reunimos, reconocemos que tenemos una enfermedad que nos hace la vida ingobernable y que necesitamos ayuda, porque solos no podemos", apunta la portavoz.

En Andalucía, las reuniones presenciales que organiza Comedores Compulsivos Anónimos tienen sede en las provincias de Sevilla, Cádiz, Málaga y Granada.

“Una vez fui a merendar a casa de una amiga y llevé una caja de pastas. Mientras conducía, la abrí porque no podía evitar comerme alguna. Pero me comí la primera y ya no pude parar. En el trayecto me acabé comiendo toda la caja”. Es el testimonio de M.O.C, de 57 años, una mujer afectada por lo que se conoce como comer compulsivamente. 

“Salta la chispa y ya no hay quien te detenga, buscas calmar la ansiedad con esos alimentos insanos”, explica M.M.C., otra persona que padece este trastorno alimentario. 

¿Dónde nace la adicción?

No hay un perfil definido sobre las personas que sufren este trastorno. Pertenecen a todas las clases sociales, pero desde Comedores Compulsivos Anónimos reconocen que hay más mujeres que hombres y que muchos casos proceden de familias que ya presentan adicciones, ya que la comida muchas veces sirve como un “falso refugio” para olvidarse de los problemas.

"En mi caso, desde muy pequeña, todo en mi familia se ha organizado alrededor del dulce. Mi abuela y mi padre escondían debajo de la cama cajas de bombones y de pastas, y todo se premiaba siempre con algo de dulce". manifiesta M.O.C.

Alimentos compulsivos

Muchos de los testimonios coinciden en tener una serie de alimentos que les hacen perder el control y no saber parar. “En mi caso son los dulces y las chuches, desde muy niña calmaba mi ansiedad atracándome a chuches y dulces”. explica la portavoz de OA.

“Sé cuáles son mis alimentos compulsivos, igual que para el alcohólico lo es el alcohol. Por eso no los pruebo, porque sé que cuando los tomo se desata en mí la enfermedad, y quiero comer más, y más y más", añade.

“La comida salada no me llama. Pero cuando hay un dulce por medio prefiero no probarlo, porque no puedo tomarme un trocito de tarta, acabo comiéndome la tarta entera”, afirma M.O.C.

La figura del ‘padrino’ o ‘madrina’

Es fundamental en la labor que desempeña Comedores Compulsivos Anónimos la figura del que se conoce como ‘padrino’ o ‘madrina’, que sirve de apoyo y de consejero durante todo el proceso de recuperación.

“En cuanto no estás rodeado de personas que están en la misma situación que tú y con las que trabajas para superarlo, la comida es muy desconcertante y se cuelan fácilmente los excesos”, señala otro testimonio recogido en OA.

“Buscamos a una persona que haya trabajado el programa y que nos pueda orientar en los pasos, a la que nosotros llamamos madrina o padrino. Nos explica cómo lo ha llevado a cabo y tratamos de seguir su ejemplo. Hay diferentes planes de acción que desarrollamos y nos retroalimentamos dándonos feedback durante el proceso", explica la portavoz.

Los planes de acción

“Cada caso es diferente”, apuntan desde OA. Según las necesidades de cada uno se llevan a cabo distintos planes de acción. Lo más importante es saber donde está el exceso o el deseo compulsivo, para desarrollar un plan de acción que pueda contrarrestarlo.

“Antes de comer, me sirve mucho escribir lo que voy a comer para centrarme en la comida. Por ejemplo, si como pollo con ensalada, me lo apunto primero y así consigo tener interiorizado que me toca comer eso”, indica la portavoz.

“Depende de cada caso, hay personas que tienen tendencia a comer más cantidad de la que deberían, y para solucionarlo pesan la cantidad de comida antes de comer y así no excederse”, añade.

El papel de las emociones

“Creo que las personas a las que nos afectan más las cosas somos más tendentes a caer en adicciones. A algunos les pasa con el alcohol, las drogas, la ludopatía… y en mi caso era con la comida”, admite otro de los participantes en los programas de recuperación de OA.

“Es una enfermedad que nos aísla, por cómo te afecta al estado físico, y porque queremos estar solos para poder comer. Yo buscaba la soledad para que nadie me pudiese recriminar, ni decirme ‘estás cada vez más gorda’”, expone.

Las trabas de la sociedad

“Nos enseñan desde pequeños a ganar y a competir, pero no a perder, y claro, cuando uno quiere equipararse en algo a los demás pero ve que no puede, esa falta de autoestima o ese malestar nos puede hacer recurrir a la comida”, apuntan desde la organización.

“Creo que los supermercados tampoco ayudan poniéndote todas las tentaciones al lado de la caja cuando vas a pagar”, apunta otro de los afectados por este trastorno alimentario.

“Y es algo que nunca se dice, pero vivimos en una sociedad en la que todo se celebra comiendo”, añade.

La previsión es importante

“Hace poco llegó a OA una mujer de 82 años que acababa de descubrir la asociación, emocionada, no paraba de llorar”, apunta una de las responsables de la organización. Tras haber estado durante tantos años sufriendo este problema, por fin encontraba una manera de solucionarlo. Por eso, la previsión también juega un papel fundamental.

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