Sindéresis

La naturaleza de Navantia

Es un latifundio, gobernado por terratenientes y sostenido por temporeros, por braceros cuyas condiciones laborales hacen imposible la estabilidad laboral.

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Navantia es una sociedad pública española, cuyo máximo accionista es el SEPI. Esto quiere decir que se considera que el sector que cubre es estratégico para el sostenimiento de nuestra sociedad y de nuestra economía, y, por tanto, el estado debe procurar que funcione independientemente de circunstancias coyunturales; donde una empresa privada puede levantar el vuelo cuando la cosa no va bien, Navantia debe permanecer porque se ha considerado que su actividad es tan importante que debe sobrevivir a los malos baches. Pero no existe actividad industrial sin trabajadoras y trabajadores, y esto es algo que no se quiere entender.

Navantia no siempre tiene la misma carga de trabajo. Por tanto, cuando llega verdadera faena, en lugar de contar con su propia bolsa de empleo gestionada desde sus departamentos de Recursos Humanos y de Producción, se recurre a las empresas auxiliares. Alguna consiguen contratas y otras no; no hace falta ser muy listo para entender que por esa puerta entra la corrupción cada día. Por tanto, la directiva de Navantia debe ser auditada, al igual que sus cuentas, igual que sucedería con cualquier cargo público; están ahí gracias a la tutela del estado con el objeto de gestionar una sociedad pública.

Además de esto, merece especial atención el funcionamiento de las empresa auxiliares. Son fundamentales para el sostenimiento de este sector estratégico, y por tanto también lo es su personal, pero no están tampoco sometidas a una regulación objetiva con bolsas de empleo. Cada empleador contrata a quien quiere en cada momento. Todo el mundo entiende lo que supone esto para los derechos laborales de los trabajadores: o te portas bien, o no te llamo más. Cuando los derechos laborales dependen de la voluntad cambiante del empleador, no solo se ignoran los convenios, sino que se resiente la seguridad laboral; es decir, que la gente acaba muriendo en el tajo, o quedando impedida, porque si reclaman las mínimas medidas de seguridad, que siempre van en detrimento de los beneficios empresariales, en la próxima entrada de faena no los llaman.

Navantia es un latifundio, gobernado por terratenientes y sostenido por temporeros, por braceros cuyas condiciones laborales hacen imposible la estabilidad laboral. Sin carga de trabajo estable, no se pueden sostener trabajos de duración indefinida; sin trabajos estables, la gente no puede sostener a sus familias; sin respeto por los convenios, la gente se desloma a cambio de miseria; sin criterios objetivos y sin fiscalización de la seguridad, la gente muere.

Navantia es una trampa de abejas, es el azúcar de nuestras obreras y obreros, incapaces de despegarse de ella porque se han formado para ser currantes del metal, incapaces de sobrevivir con Navantia, porque Navantia no se preocupa de su supervivencia.

La Naturaleza de Navantia, y esto lo sabemos bien los hijos de Astilleros, es el caos, la pillería y el peligro, es una fábrica de desafección regada con olor a alcohol o tabaco especiado, una brutalidad fuera de su época.

Navantia siempre estará en guerra hasta que se destruya a sí misma, porque es una empresa que sus temporeros explotados viven a las puertas del dique, y porque igual que la empresa lleva el mamoneo en sus venas, los trabajadores de sus astilleros llevan la lucha obrera en su ADN. No puede esperarse que una monstruosidad de esa naturaleza se enmiende a sí misma. Navantia y todo su entorno auxiliar puede salvarse, y debe salvarse, pero solo podrá hacerse de un modo: la intervención del Estado. Y por más que a este gobierno copado por el PSOE lo tilden de socialcomunista, por más que el PSOE se llame a sí mismo socialista y obrero, le sigue provocando una severa alergia la intervención estatal; como si habláramos de comunismo o de la dictadura del proletariado; como si Navantia no fuese ya una sociedad pública española.

Con Navantia, si no eres parte de la solución, eres parte del problema.

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